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Resumen

  • El zinc es un mineral nutricional esencial para funciones catalíticas, estructurales, y regulatorias en el cuerpo. (Más información)
  • La deficiencia severa de zinc es una enfermedad rara y es causada por una condición hereditaria llamada. La deficiencia de zinc adquirida se debe principalmente a síndromes de malabsorción y alcoholismo crónico. (Más información)
  • La deficiencia de zinc dietético es bastante común en el mundo en desarrollo, afectando a un estimado de 2 mil millones de personas. El consumo de dietas altas en fitato y que carecen de alimentos de origen animal provocan una deficiencia de zinc en estas poblaciones. (Más información)
  • La ingesta diaria recomendada (IDR) para hombres y mujeres adultos es de 11 mg/día y 8 mg/día de zinc, respectivamente. (Más información)
  • El consumo a largo plazo de zinc en exceso del nivel máximo de ingesta tolerable (NM; 40 mg/día para adultos) puede provocar deficiencia de cobre. (Más información)
  • La deficiencia de zinc dietético se ha asociado con deterioro de crecimiento y desarrollo en niños, complicaciones del embarazo, y disfunción inmune con una mayor susceptibilidad a infecciones. (Más información)
  • La suplementación con dosis de zinc superiores a la NM es efectiva para reducir la duración de los síntomas del resfriado común. El uso de zinc en dosis diarias de 50 a 180 mg durante una o dos semanas no ha tenido efectos secundarios graves. (Más información)
  • La evidencia actual sugiere que el zinc suplementario puede ser útil en el tratamiento de condiciones crónicas, como la degeneración macular relacionada con la edad, la diabetes mellitus, la enfermedad de Wilson y el VIH/SIDA. (Más información)
  • La biodisponibilidad de zinc es relativamente alta en carne, huevos, y mariscos; el zinc es menos biodisponible en granos enteros y legumbres debido a su alto contenido en fitato que inhibe la absorción de zinc. (Más información)
     

El zinc es un elemento traza esencial para todas las formas de vida. La deficiencia clínica de zinc en humanos se describió por primera vez en 1961, cuando el consumo de dietas con baja biodisponibilidad de zinc debido al alto contenido de fitato (véase Fuentes alimenticias) se asoció con "enanismo nutricional adolescente" en el Medio Oriente (1). Desde entonces, varios expertos han reconocido la insuficiencia de zinc como un importante problema de salud pública, especialmente en países de bajos recursos (2, 3).

Función

Numerosos aspectos del metabolismo celular dependen del zinc. El zinc juega un papel importante en el crecimiento y el desarrollo, la función inmune, la neurotransmisión, la visión, la reproducción, y el transporte intestinal de iones (4). Utilizando enfoques de minería de datos, se ha estimado que más de 3,000 proteínas en humanos tienen sitios de unión de zinc funcionales (5). A nivel celular, la función del zinc se puede dividir en tres categorías: (1) catalítica, (2) estructural, y (3) regulatoria (3) (6).

Función catalítica

Más de 50 enzimas diferentes dependen del zinc por su capacidad de catalizar reacciones químicas vitales (7). Las enzimas dependientes de zinc se pueden encontrar en las seis clases de enzimas (8), según lo definido por la Unión Internacional de Bioquímica y Biología Molecular (9). Durante las reacciones enzimáticas, el zinc puede tener una función catalítica directa o un rol estructural (por ej., estabilizar la estructura de las enzimas catalíticas; véase más abajo).

Función estructural

El zinc juega un papel esencial en el plegamiento de algunas proteínas. Una estructura con forma de dedo, conocida como motivo dedo de zinc, estabiliza la estructura de varias proteínas. Los ejemplos de proteínas con dedos de zinc incluyen la superfamilia de receptores nucleares que se unen y responden a los esteroides y otras moléculas, como los estrógenos, las hormonas tiroideas, la vitamina D, y la vitamina A (10). Los motivos de dedos de zinc en la estructura de los receptores nucleares les permiten unirse al ADN y actuar como factores de transcripción para regular la expresión de los genes (ver Función regulatoria). Los motivos de dedos de zinc también están involucrados en las interacciones de proteínas con otras proteínas, ribonucleótidos, y lípidos (6). La eliminación de zinc de las proteínas que contienen zinc da como resultado el plegamiento de proteínas y la pérdida de función.

Las metalotioneínas son ejemplos de proteínas con un motivo de unión a zinc. Las metalotioneínas son pequeñas proteínas ricas en cisteína de unión a metales con una alta afinidad por el zinc. Trabajan en concierto con transportadores de zinc, regulando las concentraciones de zinc libre en el citosol (11). Las metalotioneínas también están involucradas en la regulación de la homeostasis de los iones metálicos, la defensa celular contra el estrés oxidativo, y la desintoxicación de metales pesados (11, 12).

La enzima antioxidante, la cobre-zinc superóxido dismutasa 1 (SOD 1), está hecha de dos dímeros idénticos, cada uno de los cuales incluye un sitio activo con un ion catalítico de cobre y un hierro estructural de zinc. La desmetalación de SOD1 se ha implicado en la formación de agregados amiloides en algunas formas de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) hereditaria – una enfermedad de la neurona motora que conduce a atrofia muscular y parálisis (13).

Función regulatoria

Se ha descubierto que las proteínas de dedos de zinc regulan la expresión de genes al actuar como factores de transcripción (véase arriba). El zinc también juega un papel en la señalización celular a través del factor de transcripción 1 (MTF1) que se une al elemento de respuesta al metal (MRE); MTF1 tiene un dominio de dedo de zinc que permite su unión a secuencias MRE en el promotor de genes diana y la posterior expresión de genes sensibles al zinc (6). El zinc también puede tener una función regulatoria directa, modulando la actividad de las enzimas de señalización celular y los factores de transcripción (6). El zinc extracelular también puede estimular un receptor sensor de zinc que desencadena la liberación de calcio intracelular, un segundo mensajero en las vías de señalización (14). Se ha encontrado que el zinc influye en la liberación de hormonas (ver Diabetes mellitus tipo 2) (15) y la transmisión del impulso nervioso (16).

Interacción con nutrientes

Cobre

Consumir grandes cantidades de zinc (50 mg/día o más) por un período de semanas puede interferir en la biodisponibilidad del cobre. Las ingestas elevadas de zinc inducen la síntesis intestinal de una proteína que se une al cobre denominada metalotioneína (véase el artículo sobre Cobre). La metalotioneína atrapa al cobre dentro de las células intestinales y evita su absorción sistémica (véase Enfermedad de Wilson). Las ingestas habituales de zinc no alteran la absorción de cobre, y las ingestas elevadas de cobre no afectan la absorción de zinc (17).

Hierro

El hierro y el zinc compiten por las vías de absorción (18). Los niveles de hierro suplementario (38-65 mg/día de hierro elemental) pero no dietético pueden disminuir la absorción de zinc (18, 19). Esta interacción es preocupante en el manejo de la suplementación con hierro durante el embarazo y la lactancia y ha llevado a algunos expertos a recomendar suplementos de zinc para mujeres embarazadas y lactantes que toman suplementos de hierro (20, 21). No se ha demostrado que la fortificación de alimentos con hierro afecte negativamente la absorción de zinc (22). En un estudio controlado con placebo, la suplementación con zinc (10 mg/día) durante tres meses en niños de ocho a nueve años disminuyeron significativamente las concentraciones séricas de hierro, pero no hasta el punto de causar anemia (23). Estudios aleatorios controlados adicionales informaron un empeoramiento del estatis nutricional del hierro con la administración crónica de suplementos de zinc (24, 25).

Calcio

Los altos niveles de calcio dietético perjudican la absorción de zinc en animales, pero no está claro si esto ocurre en humanos (17). Un estudio mostró que el aumento de la ingesta de calcio de las mujeres posmenopáusicas en 890 mg/día en forma de leche o fosfato de calcio (ingesta total de calcio, 1,360 mg/día) redujeron la absorción de zinc y el equilibrio de zinc en mujeres posmenopáusicas (26). Sin embargo, otro estudio encontró que aumentar la ingesta de calcio de las adolescentes en 1,000 mg/día en forma de malato de citrato de calcio (ingesta total de calcio, 1,667 mg/día) no afectó la absorción o el equilibrio de zinc (27). El calcio en combinación con el fitato podría afectar la absorción de zinc, lo que sería particularmente relevante para las personas que con frecuencia consumen tortillas hechas con cal (es decir, óxido de calcio). Un estudio en 10 mujeres sanas (rango de edad, 21-47 años) encontró que la ingesta alta de calcio dietético (~1,800 mg/día) no perjudicaba la absorción de zinc independientemente del contenido de fitato en la dieta (28). Para obtener más información sobre el fitato, ver Fuentes alimenticias.

Folato

La biodisponibilidad del folato dietético (vitamina B9) aumenta por la acción de una enzima dependiente de zinc. En consecuencia, algunos estudios encontraron que la baja ingesta de zinc disminuyó la absorción de folato. También se sugirió que la suplementación con ácido fólico — la forma sintética de ácido fólico — podría afectar la utilización de zinc en individuos con un estatus marginal de zinc (17, 29). Sin embargo, un estudio informó que la suplementación con una dosis relativamente alta de ácido fólico (800 µg/día) durante 25 días no alteró la absorción o el estatus del zinc en un grupo de estudiantes que fueron alimentados con una dieta baja en zinc (3.5 mg/día) (30).

Vitamina A

El zinc y la vitamina A interactúan de varias maneras. El zinc es un componente de la proteína de unión al retinol, una proteína necesaria para transportar la vitamina A en la sangre. El zinc también se requiere para la enzima que convierte el retinol (vitamina A) en retinal. Esta última forma de vitamina A es necesaria para la síntesis de rodopsina, una proteína en el ojo que absorbe la luz y, por lo tanto, participa en la adaptación a la oscuridad. La deficiencia de zinc se ha asociado con una disminución de la liberación de vitamina A del hígado, lo que puede contribuir a los síntomas de ceguera nocturna que se observan con la deficiencia de zinc (31, 32).

Deficiencia

Deficiencia severa de zinc

Gran parte de lo que se sabe sobre la deficiencia severa de zinc se deriva del estudio de individuos nacidos con acrodermatitis enteropática, un trastorno genético resultante de la absorción y el transporte deteriorados de zinc (33). Los síntomas de la deficiencia severa de zinc incluyen la desaceleración o el cese del crecimiento y el desarrollo, maduración sexual retrasada, erupciones cutáneas características, diarrea crónica y grave, deficiencias del sistema inmunitario, cicatrización de heridas deteriorada, disminución del apetito, sensación de sabor alterada, ceguera nocturna, hinchazón y opacamiento de la córnea, y trastornos del comportamiento. Antes de que se conociera la causa de la acrodermatitis enteropática, los pacientes generalmente morían en la infancia. La terapia oral con zinc produce la remisión completa de los síntomas, aunque debe mantenerse indefinidamente en individuos con el trastorno genético (33, 34).

Deficiencia leve de zinc

Ahora se reconoce que la deficiencia leve de zinc contribuye a una serie de problemas de salud, especialmente comunes en niños que viven en países de bajos recursos. Se estima que 2,000 millones de personas en todo el mundo se ven afectadas por la deficiencia de zinc dietético (3). La falta de un indicador sensible y específico de la deficiencia marginal de zinc dificulta el estudio científico de sus implicaciones para la salud (8). Sin embargo, los ensayos controlados de la suplementación moderada de zinc han demostrado que la deficiencia marginal de zinc contribuye al deterioro del desarrollo físico y neuropsicológico y al aumento de la susceptibilidad a infecciones potencialmente mortales en niños pequeños (34). De hecho, se ha estimado que la deficiencia de zinc causa más de 450,000 muertes al año en niños menores de cinco años, lo que representa el 4.4% de las muertes infantiles mundiales (35). Para una discusión más detallada de la relación de la deficiencia de zinc con los problemas de salud, véase la sección de Prevención de Enfermedades.

En los países industrializados, es poco probable que la deficiencia de zinc dietético cause deficiencia severa de zinc en individuos sin algún trastorno genético, malabsorción de zinc o condiciones de mayor pérdida de zinc, como quemaduras severas o diarrea prolongada. También se ha informado de deficiencia severa de zinc en individuos sometidos a nutrición parenteral total sin zinc, en aquellos que abusan del alcohol, y en aquellos que toman ciertos medicamentos como la penicilamina (ver Interacción con drogas/fármacos) (36).

Individuos en riesgo de deficiencia de zinc (6, 36-38):

  • Los bebés prematuros y de bajo peso al nacer
  • Los bebés mayores lactantes y niños pequeños con una ingesta inadecuada de alimentos complementarios ricos en zinc
  • Niños y adolescentes
  • Mujeres embarazadas y en lactancia (amamantando), especialmente adolescentes
  • Pacientes que reciben nutrición parenteral total (alimentación intravenosa)
  • Individuos con malnutrición, incluyendo a aquellos con malnutrición proteíno-energética y anorexia nerviosa
  • Individuos con diarrea persistente o severa
  • Individuos con síndromes de malabsorción, incluyendo enfermedad celíaca y síndrome de intestino corto
  • Individuos con enfermedad inflamatorias del intestino, incluyendo enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa
  • Individuos con enfermedad hepática alcohólica con una mayor excreción de zinc urinario y bajos niveles hepáticos de zinc
  • Individuos con enfermedad crónica renal
  • Individuos con anemia de células falciformes
  • Las personas que usan medicamentos que disminuyen la absorción de zinc intestinal, aumentan la excreción de zinc, o menoscaben la utilización de zinc (véase Interacción con drogas/fármacos)
  • Adultos mayores (mayores de 65 años)
  • Vegetarianos estrictos: La necesidad de zinc dietético podría ser hasta un 50% más alta para los vegetarianos estrictos cuya alimento básico principal son granos y legumbres, debido a que los altos niveles de ácido fítico en estos alimentos disminuyen la absorción de zinc (véase Fuentes alimenticias) (29).

Biomarcadores del estatus de zinc

Actualmente, no hay un marcador biológico sensible y específico para detectar la deficiencia de zinc en los seres humanos. Las concentraciones bajas de zinc en plasma o suero se usan típicamente como indicadores del estatus del zinc en poblaciones y en estudios de intervención, pero tienen una serie de limitaciones, incluida la falta de sensibilidad para detectar deficiencia marginal de zinc, variaciones diurnas, y confusión por inflamación, estrés, y hormonas (38, 39).

La Ingesta Diaria Recomendada (IDR)

La ingesta diaria recomendada (IDR) de zinc se enumera por género y grupo de edad en la Tabla 1. Los bebés, niños, adolescentes, y mujeres embarazadas y lactantes tienen un mayor riesgo de deficiencia de zinc. Dado que no se dispone fácilmente de un indicador sensible del estatus nutricional del zinc, la IDR para el zinc se basa en varios indicadores diferentes del estatus nutricional del zinc y representa la ingesta diaria que probablemente prevenga la deficiencia en casi todos los individuos en un grupo específico de edad y género (29).

Tabla 1. Ingesta Diaria Recomendada (IDR) para Zinc
Etapa de la Vida Edad Machos (mg/día) Hembras (mg/día)
Infantes 0-6 meses 2 (IA) 2 (IA)
Infantes 7-12 meses 3 3
Niños 1-3 años 3 3
Niños 4-8 años 5 5
Niños 9-13 años 8 8
Adolescentes 14-18 años 11 9
Adultos 19 años y más 11 8
Embarazo 18 años o menos - 12
Embarazo 19 años y más - 11
Período de lactancia 18 años o menos - 13
Período de lactancia 19 años y más - 12

Prevención de Enfermedades o Condiciones Relacionadas a la Deficiencia de Zinc

Complicaciones del embarazo y resultados adversos del embarazo

Las estimaciones basadas en el suministro nacional de alimentos indican que la ingesta dietética de zinc es probablemente inadecuada en la mayoría de los países de ingresos bajos y medianos, especialmente en África subsahariana y Asia meridional (40). El estatus inadecuado de zinc durante el embarazo interfiere con el desarrollo fetal, y los recién nacidos prematuros de madres con deficiencia de zinc sufren retraso en el crecimiento y dermatitis y corren el riesgo de infecciones, enterocolitis necrotizante, enfermedad pulmonar crónica, y retinopatía del prematuro (4). La deficiencia materna de zinc también se ha asociado con una serie de complicaciones del embarazo y malos resultados. Un reciente estudio de caso y control realizado en un hospital iraní informó mayores probabilidades de malformaciones congénitas en recién nacidos de madres con bajas concentraciones séricas de zinc durante el último mes de embarazo (41). Una revisión de 2016 de 64 estudios observacionales encontró una relación inversa entre el estatus materno de zinc y la gravedad de la preeclampsia, así como entre la ingesta materna de zinc y el riesgo de recién nacidos con bajo peso al nacer (42). No hubo asociaciones aparentes entre el estatus materno de zinc y el riesgo de diabetes mellitus gestacional y parto prematuro. Sin embargo, las conclusiones de este análisis se vieron limitadas por el hecho de que la mayoría de los estudios observacionales se realizaron en mujeres de poblaciones que no estaban en riesgo de deficiencia de zinc (42).

Hasta la fecha, la evidencia disponible de los ensayos de intervención materna de zinc realizados en todo el mundo no respalda la recomendación de la suplementación de zinc de rutina durante el embarazo. Una revisión sistemática de 2015 y un meta-análisis de 21 ensayos aleatorios controlados en más de 17,000 mujeres y sus bebés encontraron una reducción del 14% en los partos prematuros con suplementos de zinc durante el embarazo, principalmente en mujeres de bajos ingresos (43). Sin embargo, este análisis no encontró suplementos de zinc para beneficiar otros indicadores de la salud materna o infantil, incluidos la muerte fetal o neonatal, el bajo peso al nacer, la edad gestacional pequeña, y la hipertensión inducida por el embarazo. Tampoco hubo efecto del zinc suplementario en la hemorragia posparto, las infecciones maternas, las malformaciones congénitas, y los resultados del desarrollo infantil (43). Una revisión reciente de 17 ensayos (de los cuales 15 se realizaron en países de bajos y medianos ingresos) encontró que la suplementación materna con múltiples micronutrientes (que incluyen, entre otros, zinc, hierro, y ácido fólico) redujo el riesgo de parto de recién nacidos con bajo peso y lactantes pequeños para la edad de gestación en comparación con el hierro suplementario con o sin ácido fólico (44). Si bien la suplementación con micronutrientes múltiples probablemente beneficiaría a las mujeres embarazadas con deficiencias de micronutrientes coexistentes en países de bajos y medianos ingresos, no hay evidencia para recomendar suplementación con zinc aisladamente en mujeres embarazadas de cualquier entorno (43, 45).

Deterioro del crecimiento y desarrollo

Retraso del crecimiento

Los retrasos significativos en el crecimiento lineal y el aumento de peso, conocidos como retraso del crecimiento o falta de crecimiento, son características comunes de la deficiencia leve de zinc en los niños. En las décadas de 1970 y 1980, se llevaron a cabo varios estudios aleatorios, controlados con placebo, en Denver, Colorado de suplementos de zinc en niños pequeños con retrasos significativos en el crecimiento. La suplementación moderada de zinc (5.7 mg/día) dio como resultado un aumento en las tasas de crecimiento en comparación con el placebo (46). Varios meta-análisis de datos de crecimiento de ensayos de intervención de zinc han confirmado la ocurrencia generalizada de deficiencia de zinc limitante del crecimiento en niños pequeños, especialmente en países de bajos y medianos ingresos (47-49). Una revisión sistemática y un meta-análisis de 2018 identificaron 54 ensayos que examinaron el impacto de los suplementos de zinc durante la infancia (en promedio, 7.6 mg/día durante 30.9 semanas) o en la infancia (en promedio, 8.5 mg/día durante 38.9 semanas) en las mediciones antropométricas en niños (50). Hubo evidencia de un efecto positivo del zinc suplementario en la estatura, peso y el puntaje Z peso/edad (WAZ, en inglés) de niños, pero tampoco en el puntaje Z de talla/edad (HAZ, en inglés) o el puntaje Z peso/talla (WHZ, en inglés). Además, la suplementación con zinc no disminuyó los riesgos de bajo peso (WAZ <-2 desviación estándar [SD]), emaciación (WHZ <-2 SD) o retraso en el crecimiento (HAZ <-2 SD) en niños (50). Aunque los mecanismos exactos para el efecto limitante del crecimiento de la deficiencia de zinc no se conoce, la investigación indica que la disponibilidad de zinc afecta a los sistemas de señalización celular que coordinan la respuesta a la hormona reguladora del crecimiento, el factor de crecimiento similar a la insulina-1 (IGF-1) (51).

Desarrollo mental y psicomotor retrasado en niños pequeños

Una nutrición adecuada es esencial para el crecimiento y el desarrollo del cerebro, especialmente durante los primeros 1,000 días de vida — un período crítico de desarrollo para todos los órganos y sistemas, desde la concepción hasta los 24 meses de edad (52). Los estudios en animales han establecido que la deficiencia de zinc en los primeros años de vida interfiere con desarrollo cerebral normal y funciones cognitivas (revisado en 53). Los datos sobre el efecto de la suplementación con zinc durante el embarazo en los resultados neurológicos y psicomotores de los bebés son muy limitados. En un ensayo aleatorizado, controlado con placebo en mujeres afroamericanas, la suplementación materna diaria con 25 mg de zinc de aproximadamente 19 semanas de gestación no tuvo efecto en los puntajes de las pruebas de desarrollo neurológico en sus hijos a los cinco años de edad (54).

Varios estudios han informado sobre el efecto de la suplementación de zinc postnatal en el desarrollo mental y motor. Dos ensayos aleatorios controlados tempranos, uno realizado en India y el otro en Guatemala, sugirieron que la suplementación postnatal con 10 mg/día de zinc resultó en que los niños pequeños fueran más vigorosos (55) y funcionalmente activos (56). En un ensayo realizado en recién nacidos brasileños de bajos ingresos familias y con un peso de entre 1,500 g y 2,499 g al nacer, ni la suplementación con zinc durante ocho semanas con 1 mg/día o 5 mg/día mejoró el desarrollo mental y psicomotor a los 6 o 12 meses de edad en comparación con un placebo y se evaluó utilizando las escalas de Bayley del desarrollo infantil (BSID, en inglés) para el Índice de Desarrollo Mental (IDM) y el Índice de Desarrollo Psicomotor (IDP) (57). Además, un ensayo aleatorizado, controlado con placebo, doble ciego en recién nacidos chilenos (pesos al nacer >2,300 g) de familias de bajos ingresos no reportó ningún efecto de la suplementación con zinc (5 mg/día) en los índices de desarrollo mental y psicomotor a los 6 y 12 meses (58). Otros dos ensayos encontraron que el zinc suplementario no logró mejorar el IDM o IDP a los 12 meses de edad cuando se administró zinc (10 mg/día) a bebés de seis meses durante seis meses (59) o al final de la intervención en niños pequeños de 12-18 meses cuando se administró zinc (30 mg/día) durante cuatro meses (60). Una revisión Cochrane de 2012 de ocho ensayos clínicos no encontró evidencia de que la administración de suplementos de zinc postnatal mejoró el desarrollo mental o motor de bebés y niños de poblaciones con un estatus de zinc presumiblemente inadecuado (61).

Función del sistema inmunitario deteriorada

La ingesta adecuada de zinc es esencial para mantener la integridad del sistema inmunitario (62), específicamente para el desarrollo normal y la función de las células que median las respuestas inmunes innatas (neutrófilos, macrófagos, y células natural killer) y adaptativas (linfocitos-B y linfocitos-T) (63). Debido a que los patógenos también requieren que el zinc prospere e invada, un mecanismo de defensa antimicrobiano bien establecido en el cuerpo secuestra el zinc libre de los microbios (64). Otro mecanismo opuesto consiste en intoxicar los microbios intracelulares dentro de los macrófagos con exceso de zinc (65). A través del debilitamiento innato y respuestas inmunes adaptables, la deficiencia de zinc disminuye la capacidad del cuerpo para combatir los patógenos (63, 64). Como consecuencia, las personas con deficiencia de zinc experimentan una mayor susceptibilidad a una variedad de agentes infecciosos (66).

Mayor susceptibilidad a enfermedades infecciosas en niños

Diarrea: el zinc promueve la resistencia de la mucosa a las infecciones al apoyar la actividad de las células inmunes y la producción de anticuerpos contra los patógenos invasores (63, 64, 67). Por lo tanto, una deficiencia de zinc aumenta la susceptibilidad a las infecciones intestinales y constituye un importante contribuyente a las enfermedades diarreicas en niños (66). A su vez, la diarrea persistente contribuye a la deficiencia de zinc y la desnutrición (66). Investigaciones indican que la deficiencia de zinc también puede potenciar los efectos de las toxinas producidas por bacterias que causan diarrea como E. coli (68). Se estima que las enfermedades diarreicas son responsables de muertes anuales de alrededor de 500,000 niños menores de cinco años en países de ingresos bajos y medianos (69). Se ha demostrado que la administración de suplementos de zinc en combinación con la terapia de rehidratación oral reduce significativamente la duración y la gravedad de la diarrea infantil aguda y persistente y aumenta la supervivencia en una serie de ensayos aleatorios controlados (70). Un meta-análisis de 2016 de ensayos aleatorios controlados encontraron que la suplementación con zinc redujo la duración de la diarrea aguda en un día en niños >6 meses que presentaron signos de desnutrición (5 ensayos; 419 niños) (71). Sin embargo, había poca evidencia que sugiriera que el zinc podría ser tan eficaz para disminuir la duración de los episodios diarreicos agudos en niños <6 meses y en niños bien alimentados >6 meses. La administración de suplementos de zinc también disminuyó la duración de la diarrea persistente en niños en más de medio día (5 ensayos; 529 niños) (71).

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) actualmente recomiendan suplementar a los niños pequeños con 10 a 20 mg/día de zinc como parte del tratamiento para los episodios diarreicos agudos y prevenir episodios adicionales en los dos o tres meses. después de la suplementación con zinc (72).

Neumonía: La neumonía — causada por infecciones virales o bacterianas del tracto respiratorio inferior (LRTI, por sus siglas en inglés) — representa casi 1 millón de muertes anuales en niños, principalmente en países de ingresos bajos y medianos (69). Vacunas contra Haemophilus influenzae tipo B, neumococo, tos ferina, y el sarampión pueden ayudar a prevenir la neumonía (73). Según un informe de la OMS de 2009 sobre los factores de riesgo de enfermedad, la deficiencia de zinc puede ser responsable del 13% de todos los casos de LRTI, principalmente neumonía y gripe, en niños menores de 5 años (74). En consecuencia, un meta-análisis de 2016 de seis ensayos encontró que la suplementación con zinc en niños menores de 5 años disminuyó el riesgo de neumonía en un 13% (75). Sin embargo, no está claro si el zinc suplementario, junto con la terapia con antibióticos, es beneficioso en el tratamiento de la neumonía. Un reciente ensayo aleatorio, controlado con placebo realizado en niños gambianos que no tenían deficiencia de zinc no mostró ningún beneficio de la suplementación con zinc (10 mg/día o 20 mg/día [dependiendo de la edad del niño] durante 7 días) administrado junto con antibióticos en el tratamiento de la neumonía severa (76). Un meta-análisis de 2018 de cinco ensayos (1,822 participantes) no encontró mejora cuando se utilizó zinc como un complemento al tratamiento con antibióticos en niños con neumonía (77). Sin embargo, hubo evidencia de que el zinc suplementario disminuyó el riesgo de mortalidad relacionada con la neumonía (3 ensayos; 1,318 participantes) (77).

Malaria: Los primeros estudios han indicado que la suplementación con zinc puede reducir la incidencia de ataques clínicos de malaria en niños (78). Un ensayo controlado con placebo en niños en edad preescolar en Papúa Nueva Guinea encontró que la suplementación con zinc disminuyó la frecuencia de asistencia al centro de salud debido a la malaria de Plasmodium falciparum en un 38% (79). Además, el número de episodios de malaria acompañados de altas concentraciones de parásitos circulantes se redujo en un 68%, lo que sugiere que la suplementación con zinc puede ser beneficiosa para prevenir episodios más graves de malaria. Sin embargo, un ensayo de seis meses en más de 700 niños de África occidental no encontró ninguna diferencia en la frecuencia o gravedad de los episodios de malaria entre los niños suplementados con zinc y los que recibieron un placebo (80). Otro ensayo aleatorio controlado informó que los suplementos de zinc no beneficiaron niños en edad preescolar con malaria aguda, y no complicada (81). También hay poca evidencia que sugiera que la suplementación con zinc podría reducir el riesgo de mortalidad relacionada con la malaria en niños (82). En la actualidad, no hay evidencia suficiente para sugerir un tratamiento profiláctico y/o terapéutico papel del zinc suplementario en el tratamiento de la malaria infantil (48). Un ensayo aleatorizado reciente controlado con placebo no proporcionó evidencia clara de un efecto protector del zinc (25 mg/día) administrado a mujeres de Tanzania durante su primer trimestre de gestación hasta el parto sobre el riesgo de infección por malaria placentaria (83).

Deterioro relacionado con la edad en la función inmune

El estatus inadecuado de zinc en sujetos de edad avanzada no es infrecuente y se cree que exacerba la disminución de la función inmune relacionada con la edad (84). En un estudio, las bajas concentraciones séricas de zinc en los residentes de hogares de ancianos se asociaron con un mayor riesgo de neumonía y relacionado a neumonía y mortalidad por todas las causas (85). Los ensayos que examinan los efectos de la suplementación con zinc en la función inmune en adultos de mediana edad y ancianos han arrojado resultados mixtos (revisado en 86). Algunos estudios mostraron efectos mixtos o ningún efecto de la suplementación con zinc en los parámetros de la función inmune (87-89). Sin embargo, se descubrió que la administración de suplementos de zinc tiene un impacto positivo en ciertos aspectos de la función inmune que se ven afectados por la deficiencia de zinc, como la disminución de la función de las células T (un tipo de linfocito) (90). Por ejemplo, un estudio aleatorio, controlado con placebo en adultos mayores de 65 años encontró que la suplementación con zinc (25 mg/día) durante tres meses aumentó las concentraciones en la sangre de células T colaboradoras y células T citotóxicas (91). Además, un ensayo aleatorio, doble ciego, controlado con placebo en 101 adultos mayores (de 50 a 70 años) con concentraciones normales de zinc en la sangre mostraron que la administración de suplementos de zinc a 15 mg/día durante seis meses mejoró la proporción de células T colaboradoras/células T citotóxicas, que tiende a disminuir con la edad y es un predictor de supervivencia (92). Sin embargo, el estudio también sugirió que una dosis de 30 mg/día de zinc podría reducir la cantidad de linfocitos-B, que juegan un papel central en la inmunidad humoral. Además, la suplementación con zinc no tuvo efecto sobre varios parámetros inmunes, incluidos los marcadores de inflamación, las medidas de capacidad fagocítica de granulocitos y monocitos, o la producción de citocinas por monocitos activados (92).

Un ensayo más reciente examinó el efecto de la suplementación diaria con múltiples micronutrientes, incluidos 5 mg o 30 mg de zinc durante tres meses, sobre el estado del zinc y los marcadores de la función inmune en participantes ancianos institucionalizados (edad media, >80 años) con bajas concentraciones séricas de zinc (93). El estatus de zinc mejoró con la dosis de 30 mg/día, pero no con 5 mg/día — pero las personas con más deficiencia de zinc no lograron alcanzar las concentraciones séricas normales de zinc dentro del período de intervención. El número de células T circulantes también aumentó significativamente en aquellos que tomaron el suplemento de micronutrientes con la dosis más alta versus baja de zinc (93).

Se requiere más investigación antes de que se pueda recomendar la administración de suplementos de zinc a los adultos mayores, especialmente a aquellos sin síntomas de disminución de inmunidad. No obstante, la alta prevalencia de deficiencia de zinc entre los adultos mayores institucionalizados debe abordarse y probablemente mejoraría el rendimiento de sus sistemas inmunes (86).

Diabetes mellitus tipo 2

Existe una estrecha relación entre el zinc y la acción de la insulina. Específicamente, en las células β pancreáticas, el zinc está involucrado en la síntesis de insulina y el almacenamiento en vesículas secretoras. El zinc se libera con la hormona cuando aumentan las concentraciones de glucosa en la sangre (15). También se entiende que el zinc estimula la absorción y el metabolismo de la glucosa por los tejidos sensibles a la insulina al activar la vía de señalización de insulina intracelular (94). Polimorfismos de un solo nucleótido (SNP) en el gen SLC30A8 (miembro 8 de la familia 30 de portadores de solutos), que codifica un transportador de zinc que se localiza junto con la insulina en las células β, se ha asociado con mayores riesgos de diabetes mellitus tipo 1 y tipo 2 (95), aunque se descubrió que el riesgo de diabetes mellitus tipo 2 se redujo con variantes raras de truncamiento de proteínas del gen (96). El primer estudio de cohorte prospectivo para examinar el riesgo de diabetes tipo 2 en relación con la ingesta de zinc — el Estudio de Salud de Enfermeras (NHS) — siguió a 82,297 enfermeras registradas en EE.UU. durante 24 años. El análisis de datos mostró un riesgo 8% menor de diabetes tipo 2 con la ingesta más alta versus más baja de zinc dietético (valores medios, 11.8 mg/día versus 4.9 mg/día) (97). Este hallazgo fue consistente con el resultado del Estudio Longitudinal Australiano sobre la salud de la mujer (ALSWH) que inscribió a 8,921 mujeres durante seis años y mostró un riesgo 50% menor de diabetes con la ingesta más alta versus más baja de zinc dietético ajustado por energía (98). Tanto los estudios NHS como ALSWH también reportaron un riesgo reducido de diabetes con relaciones mayores versus relaciones más bajas de zinc a hierro hemo dietético (97, 98), aunque la importancia no está clara ya que se sabe que el hierro no hemo, en lugar del hierro hemo, interfiere con la absorción de zinc dietético (véase Interacción con nutrientes). El hierro hemo puede ser un indicador del consumo de carne roja, que se ha asociado positivamente con el riesgo de diabetes tipo 2 (99). Sin embargo, otros dos estudios de cohorte prospectivos: el Estudio Multiétnico de Aterosclerosis (MESA; 4,982 participantes) y el Estudio de Dieta y Salud (232,007 participantes) de los Institutos Nacionales de la Asociación Estadounidense de Jubilados (NIH-AARP) — no pudo encontrar evidencia de una asociación entre la ingesta de zinc y el riesgo de diabetes tipo 2 (100, 101). Otro estudio de cohorte prospectivo reciente, la dieta Malmo y el estudio de Cáncer en 26,132 participantes suecos de mediana edad seguidos durante 19 años, encontró un mayor riesgo de diabetes con una mayor ingesta de zinc dietético y un menor riesgo de diabetes en los usuarios de suplementos de zinc (en comparación con los no usuarios) y en aquellos con una mayor proporción de ingesta de zinc a hierro (102). Los autores reportaron una asociación inversa más fuerte entre la proporción de ingesta de zinc a hierro y el riesgo de diabetes entre los participantes obesos que portaban un genotipo SLC30A8 específico (102).

Los resultados de algunos estudios de intervención a corto plazo sugieren que los suplementos de zinc pueden mejorar el manejo de la glucosa en sujetos con prediabetes. Una revisión sistemática de 2015 identificó tres ensayos cortos (de 4 a 12 semanas) realizados en adultos con prediabetes y encontró poca evidencia de una mejora en la resistencia a la insulina con suplementos de zinc (103). Sin embargo, un ensayo aleatorizado, y controlado con placebo de 2016 en 55 bangladesíes con prediabetes mostró que la suplementación diaria con sulfato de zinc (30 mg/día durante 6 meses) mejoró la glucosa en la sangre en ayunas, así como las medidas de la función de las células β y la sensibilidad a la insulina (104). Observaciones similares se realizaron en otro ensayo reciente en 100 individuos de Sri Lanka para recibir, de manera aleatoria, suplementación con zinc diaria (20 mg de zinc elemental) o un placebo durante un año (105). El zinc suplementario mejoró el estatus del zinc y las medidas de control glucémico (105). Se necesitan estudios a gran escala, y a largo plazo para proporcionar conclusiones definitivas sobre el beneficio potencial de la suplementación con zinc en sujetos con riesgo de diabetes tipo 2.

Tratamiento de Enfermedad

Las dosis de zinc suplementario en muchos de los ensayos clínicos mencionados a continuación excedieron el nivel máximo de ingesta tolerable (NM). Tal alto consumo de zinc suplementario puede conducir a efectos adversos para la salud con el uso prolongado (véase Seguridad).

Enfermedad de Wilson

La proteína, ATP7B, es responsable de la excreción de cobre hepático en el tracto biliar, y su deterioro en la enfermedad de Wilson resulta en una mayor concentración de cobre 'libre' (es decir, no unido a la proteína portadora de cobre, ceruloplasmina) en la sangre, una mayor excreción de cobre en la orina (hipercupriuria), la deposición de cobre en parte de la córnea (formando anillos de Kayser-Fleischer), y la acumulación de cobre en el hígado y el cerebro (106). Esta condición hereditaria es progresiva y mortal sin tratamiento. El estándar de atención para pacientes sintomáticos generalmente incluye una fase inicial (alrededor de 2 a 6 meses) de quelación de cobre con agentes como penicilamina o trientina (trietilentetramina) seguida de una terapia de mantenimiento de por vida con penicilamina y/o trientina y/o sales de zinc (107). Los pacientes que se presentan sin síntomas pueden tratarse con dosis terapéuticas de mantenimiento de un agente quelante o con zinc (108). La metalotioneína inducida por zinc en la mucosa intestinal une el cobre y evita su absorción (véase Interacción con nutrientes). Cada vez hay más pruebas que sugieren que las sales de zinc son una alternativa más segura, más barata, y eficaz a los agentes quelantes de metales — que se han asociado con un empeoramiento de los síntomas durante la fase inicial del tratamiento en algunos pacientes (109). El uso de zinc es recomendado como seguro y eficaz en pacientes pediátricos (110, 111) y adultos (112-114).

Resfriado común

Pastillas de zinc

No existe un tratamiento comprobado para el resfriado común (115). Se ha recomendado el uso de pastillas de zinc dentro de las 24 horas posteriores a la aparición de los síntomas del resfriado, y la ingesta continua cada dos o tres horas mientras se está despierto hasta que los síntomas desaparezcan, para reducir la duración del resfriado común (116). Varios ensayos clínicos que examinan el efecto del zinc se han publicado hasta la fecha. Una revisión sistemática y un meta-análisis de 2012 de 13 ensayos aleatorios controlados reportó que la suplementación con zinc en forma de pastillas o jarabe acortó la duración de los síntomas del resfriado, pero hubo una heterogeneidad significativa (efectos inconsistentes en los estudios incluidos) para los resultados primarios (117). Una revisión Cochrane de 2013 confirmó que el zinc oral administrado dentro de las 24 horas posteriores al inicio de los síntomas podría reducir la duración de los síntomas del resfriado (14 ensayos, 1,656 participantes) (118). Los análisis de subgrupos también sugirieron que el zinc oral fue efectivo independientemente de la edad de los participantes (niños o adultos) y el tipo de formulación de zinc (pastillas de gluconato/acetato o jarabe de sulfato). Además, se observaron efectos beneficiosos sobre la duración del resfriado en los ensayos que proporcionaron más de 75 mg/día de zinc, pero no en los ensayos que utilizaron dosis más bajas. El análisis agrupado de cinco ensayos no encontró evidencia de un efecto del zinc oral sobre la gravedad de los síntomas del resfriado. El análisis de los resultados de los ensayos secundarios sugirió una resolución más rápida de los síntomas específicos del resfriado (tos, congestión nasal, drenaje nasal, dolor de garganta) y una menor proporción de participantes que presentaban síntomas del resfriado después de siete días de tratamiento en participantes suplementados con zinc versus placebo (118).

Los hallazgos inconsistentes entre los ensayos se han atribuido en parte a diferentes cantidades de zinc liberado de varias formas utilizadas en las pastillas (particularmente acetato de zinc y gluconato de zinc) (119, 120). Se ha argumentado que el sabor desagradable de los complejos formadores de gluconato de zinc con carbohidratos condujo a un cumplimiento deficiente, lo que explica los resultados negativos de los ensayos (119, 121). Sin embargo, cuando recientemente se realizó un meta-análisis sobre los resultados de siete ensayos (575 participantes) que emplearon pastillas de zinc a dosis >75 mg/día, no hubo evidencia de una diferencia en la eficacia observada entre los ensayos que utilizaron acetato de zinc (3 ensayos) o gluconato de zinc (4 ensayos) (122).

Con numerosos ensayos y meta-análisis bien controlados, la eficacia de las pastillas o jarabe de zinc en el tratamiento de los síntomas del resfriado común ya no es cuestionable. Un meta-análisis de siete ensayos informó recientemente una reducción del 33% en la duración de los síntomas del resfriado con la ingesta de pastillas de zinc (>75 mg/día de zinc elemental) (122). Sin embargo, se descubrió que muchas formulaciones de zinc suplementarias de venta libre liberan iones de zinc cero (es decir, la forma biológicamente activa de zinc) o que contienen aditivos (p. ej., magnesio, ciertos aminoácidos, ácido cítrico) que cancelan el beneficio del zinc o empeoran los síntomas del resfriado (119).

Finalmente, aunque tomar pastillas de zinc para un resfriado cada dos o tres horas mientras se está despierto resultará en ingestas diarias de zinc muy por encima del nivel máximo de ingesta tolerable (NM) de 40 mg/día para adultos (véase Seguridad), el uso de zinc a diario dosis de 50 a 180 mg durante una o dos semanas no han dado lugar a efectos secundarios graves (117). El mal gusto y las náuseas fueron los efectos adversos más frecuentes informados en los ensayos terapéuticos (117). El uso de pastillas de zinc durante períodos prolongados (p. ej., 6-8 semanas) es probable que resulte en deficiencia de cobre (véase Interacción con nutrientes y Seguridad).

Zinc intranasal (geles nasales de zinc y aerosoles nasales)

Las preparaciones intranasales de zinc, diseñadas para aplicarse directamente al epitelio nasal (células que recubren las fosas nasales), se comercializan como remedios de venta libre para el resfriado. Mientras que dos ensayos controlados con placebo encontraron que el gluconato de zinc intranasal acortó moderadamente la duración de los síntomas del resfriado (123, 124), otro encontró que el zinc intranasal no era beneficioso (125). El análisis agrupado de estos tres ensayos no mostró ningún beneficio general del zinc intranasal en el riesgo de seguir experimentando síntomas de resfriado para el día 3 (126). Se ha propuesto la existencia de un circuito eléctrico biológicamente cerrado (BCEC) boca-nariz para explicar la eficacia del suministro de zinc oral en lugar de intranasal (119). Específicamente, se sugiere que el interior de la nariz repele el zinc iónico (Zn2+) de tal manera que el zinc iónico administrado por pastillas para la garganta y que migran de la boca a la nariz son más efectivos contra la infección por rinovirus que los que se administran directamente en la nariz (119). Son motivo de grave preocupación los reportes de casos de individuos que experimentan pérdida del sentido del olfato (anosmia) después de usar zinc intranasal como remedio para el resfriado (127). Dado que la anosmia asociada con zinc puede ser irreversible, se deben evitar las preparaciones intranasales de zinc.

La degeneración macular relacionada con la edad

La degeneración macular relacionada con la edad (DMAE) es una enfermedad degenerativa de la mácula y una de las principales causas de ceguera en personas mayores de 65 años en los EE.UU. (128). La mácula es la porción de la retina en la parte posterior del ojo involucrada con la visión central. Se hipotetiza que el zinc juega un papel en el desarrollo de la DMAE por varias razones: (1) el zinc se encuentra en altas concentraciones en la parte de la retina afectada por la DMAE, (2) se ha demostrado que el contenido de zinc en la retina disminuye con la edad, y (3) se ha demostrado que las actividades de algunas enzimas retinianas dependientes de zinc disminuyen con la edad. Hasta la fecha, los estudios de cohorte prospectivos han mostrado evidencia limitada que sugiere una asociación entre el consumo de zinc dietético y la incidencia de DMAE (129-131).

Sin embargo, un ensayo aleatorio controlado temprano suscitó interés cuando descubrió que 200 mg/día de sulfato de zinc (81 mg/día de zinc elemental) durante dos años limitaron la pérdida de visión en pacientes con DMAE (132). Sin embargo, un ensayo posterior que utilizó la misma dosis y duración no encontró beneficios para los pacientes con una forma más avanzada de DMAE en un ojo (133). Los ensayos pequeños generalmente no reportaron un efecto protector de la suplementación con vitaminas y minerales en la DMAE (134, 135). Sin embargo, un ensayo aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo en 74 pacientes con DMAE informó que la suplementación con 50 mg/día de monocisteína de zinc durante seis meses mejoró las medidas de la función macular, incluida la agudeza visual, la sensibilidad al contraste, y la fotorecuperación (136). Un gran ensayo aleatorizado, controlado con placebo de suplementos diarios con antioxidantes (500 mg de vitamina C, 400 UI de vitamina E y 15 mg de β-caroteno) y altas dosis de zinc (80 mg de zinc como óxido de zinc y 2 mg de cobre como óxido cúprico) — Estudio sobre Enfermedad de los Ojos Relacionada con la Edad (AREDS) — descubrió que la administración de altas dosis de zinc solo o con antioxidantes combinados a individuos con signos de degeneración macular moderada a severa redujo significativamente el riesgo de desarrollar degeneración macular avanzada durante un seguimiento medio de 6.3 años (137). Un análisis de seguimiento realizado cuatro años después de la finalización del ensayo en 2001, que incluyó a casi el 85% de los participantes sobrevivientes, encontró que el beneficio de la formulación de AREDS (antioxidantes combinados más zinc) había persistido (138). De hecho, las probabilidades de desarrollar DMAE tardía, especialmente DMAE neovascular, fue menor tanto en los participantes con bajo riesgo de desarrollar DMAE como en aquellos que estaban en riesgo y recomendaron continuar tomando la formulación de AREDS después de que finalizó el ensayo. Sin embargo, no hubo efecto de la formulación de AREDS sobre el riesgo de desarrollar atrofia geográfica central (138). Otro ensayo, AREDS2, examinó el efecto de una formulación de AREDS sin β-caroteno y/o que contiene 25 mg en lugar de 80 mg de zinc (139). El ensayo no mostró diferencias aparentes en el riesgo de desarrollar DMAE avanzada con el uso de formulaciones AREDS que contienen 25 mg u 80 mg de zinc y/o β-caroteno (140). Un meta-análisis reciente de cinco ensayos (incluido el estudio AREDS original) confirmó el efecto protector del zinc suplementario contra la DMAE neovascular y avanzada (141).

En conclusión, la formulación de AREDS que combina antioxidantes y zinc (25 mg u 80 mg) puede retrasar la progresión de la enfermedad en pacientes con DMAE. Se aconseja a los pacientes, especialmente a los fumadores y aquellos con enfermedad vascular, que discutan con su médico los beneficios frente a los daños potenciales que podrían estar asociados con el uso a largo plazo de altas dosis de vitaminas antioxidantes y carotenoides (141).

Diabetes mellitus

Diabetes mellitus tipo 2

El control glucémico deficiente y la micción frecuente en pacientes con diabetes mellitus pueden estar impulsando la pérdida urinaria de zinc y contribuir a la deficiencia marginal de zinc (142, 143). Sin embargo, debido al papel del zinc en la función de las células β y la acción de la insulina (véase Prevención de Enfermedades), varios ensayos aleatorios controlados han examinado si la suplementación con zinc (solo o con otros minerales y vitaminas) podría desempeñar un papel en el control de la diabetes, especialmente al mejorar el control glucémico en personas con diabetes tipo 2 (15). De los 12 ensayos que midieron los estatus basales de zinc de los participantes al inicio del estudio, la suplementación con zinc (20-240 mg/día) durante 4 a 16 semanas mejoró la glucosa en sangre en ayunas en pacientes que presentaron deficiencia de zinc (6 estudios). El zinc suplementario también redujo la proporción de hemoglobina glucosilada (HbA1c) en dos ensayos realizados en participantes con deficiencia de zinc, pero no en cuatro estudios que incluyeron participantes sin deficiencia de zinc (15). Los pacientes con diabetes tipo 2 deben asegurarse de que su dieta proporcione suficiente zinc para cubrir sus necesidades, especialmente si su glucosa en sangre está mal controlada.

Diabetes mellitus gestacional

La diabetes mellitus gestacional se define como la hiperglucemia que se diagnostica por primera vez durante el embarazo. La condición se asocia con un mayor riesgo de resultados adversos del embarazo (144). Un grupo de investigadores en Irán realizó dos pequeños ensayos aleatorios, controlados con placebo para examinar el efecto de los suplementos de zinc en mujeres embarazadas con diabetes gestacional. El zinc suplementario (30 mg/día) durante seis semanas durante el embarazo mejoró el estatus del zinc, redujo la glucosa en sangre en ayunas, y mejoró la sensibilidad a la insulina en mujeres con diabetes gestacional, pero no tuvo impacto en los resultados del embarazo, incluida la necesidad de cesárea, necesidad de terapia con insulina, tamaño de nacimiento del recién nacido, y puntajes de Apgar, o incidencia de hiperbilirrubinemia (145, 146). Se informaron mejoras similares de los marcadores de control glucémico en otro ensayo controlado con placebo que aleatorizó a mujeres embarazadas con diabetes gestacional para recibir zinc (4 mg) junto con magnesio (100 mg), calcio (400 mg), y vitamina D (200 UI) dos veces al día durante seis semanas (147). También hubo alguna evidencia que sugiere que el zinc suplementario podría ayudar a corregir otros trastornos metabólicos (p. ej., perfil anormal de lípidos en sangre) asociados con la gestación diabetes (147, 148).

VIH/SIDA

El zinc suficiente es esencial para mantener la función del sistema inmune, y las personas infectadas por el VIH son particularmente susceptibles a la deficiencia de zinc. En pacientes infectados por el VIH, las bajas concentraciones séricas de zinc se han asociado con la progresión de la enfermedad y una mayor mortalidad (149, 150). En un estudio realizado en pacientes con SIDA, 45 mg/día de zinc durante un mes dieron como resultado una disminución de la incidencia de infecciones oportunistas en comparación con placebo (151). Un ensayo controlado con placebo en 231 adultos VIH positivos con bajo estatus de zinc encontró que la suplementación con zinc (12 mg/día para mujeres y 15 mg/día para hombres) durante 18 meses redujo la incidencia de falla inmunológica (definida por un recuento de CD4+ <200 células/mm3) en un 76% y la tasa de diarrea en un 60% (152). Una revisión sistemática de 2011 que identificó tres ensayos aleatorios controlados en entornos principalmente pobres en recursos concluyó que la suplementación con zinc era segura y eficaz para reducir las infecciones oportunistas en Adultos VIH positivos (153).

La evidencia de los beneficios de la suplementación con zinc en mujeres embarazadas y niños VIH positivos es muy limitada. En un ensayo doble ciego, aleatorizado, controlado con placebo en Tanzania, la administración de zinc (25 mg/día) a mujeres entre 12 y 27 semanas de gestación hasta seis meses después del parto no logró reducir la carga viral materna ni limitar transmisión infantil del VIH (154). Un ensayo controlado aleatorio con placebo de suplementos de zinc (10 mg/día durante 6 meses) en 96 niños VIH positivos (6 meses a 5 años) en Sudáfrica no mostró ningún efecto sobre el recuento de CD4+ y la carga viral (155). Hubo evidencia que mostró una disminución en la incidencia de diarrea acuosa en niños suplementados con zinc en comparación con aquellos que tomaron un placebo, pero no hubo diferencias en la incidencia de neumonía, infección del oído, o infección del tracto respiratorio superior (155). Otro ensayo en Uganda mostró que el zinc suplementario en niños con neumonía severa disminuyó efectivamente la letalidad independientemente del estatus de VIH de los niños (156). Si bien se recomienda la suplementación con zinc durante el embarazo y la lactancia en poblaciones con probabilidad de tener deficiencia de zinc (43, 71, 75), su uso en el manejo de la infección por VIH requiere más investigación (157).

Enfermedad de Alzheimer

Se ha reportado sobre homeostasis anormal de metales traza, en particular cobre y zinc, en individuos afectados por la enfermedad de Alzheimer — la forma más común de demencia. Específicamente, los resultados de estudios de caso y control han mostrado concentraciones séricas de cobre más altas y concentraciones séricas de zinc más bajas en personas con enfermedad de Alzheimer en comparación con los controles cognitivamente saludables (158-160). Sobre la base de la utilización de sales de zinc en la enfermedad de Wilson, se ha propuesto que la suplementación con zinc podría mejorar el estatus de zinc y cobre y limitar el deterioro cognitivo adicional en individuos con enfermedad de Alzheimer. El uso de acetato de zinc de liberación lenta (150 mg/día durante seis meses) en un estudio aleatorio, controlado con placebo de 60 pacientes con enfermedad de Alzheimer de leve a moderada corrigió el bajo nivel de zinc y disminuyó el cobre 'libre' en suero (es decir, no unido a la ceruloplasmina) (161). Además, cuando un análisis post-hoc se restringió a participantes mayores de 70 años (N=29), se descubrió que la suplementación con zinc previno el deterioro de los puntajes cognitivos durante el período de prueba (161). Evidencia adicional es necesitaba confirmar si la suplementación con zinc podría desempeñar un papel en la estabilización de los déficits cognitivos en adultos mayores con demencia.

Depresión

Un análisis de datos de la encuesta de Boston Community Community Health (BACH), que incluyó a 3,708 participantes (edades, 30-79 años), reportó mayores probabilidades de síntomas de depresión en mujeres (pero no en hombres) en los cuartiles más bajos versus más altos del total (mediana valores, 8.7 mg/día frente a 26.8 mg/día) e ingestas de zinc dietético (valores medios, 7.6 mg/día frente a 13.1 mg/día) (162). La posibilidad de que el zinc pueda desempeñar un papel en la prevención o el alivio de la depresión se ha explorado en dos ensayos realizados por un grupo de investigación. Los datos de estos ensayos se analizaron siguiendo un enfoque por protocolo (es decir, restringido a los participantes que completaron los estudios). Un ensayo preliminar aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo en 20 sujetos (edad media, 43 años) tratados por depresión mayor mostró que la suplementación con 25 mg/día de zinc redujo los síntomas de depresión a las 6 y 12 semanas según lo evaluado por Escala de Calificación de Depresión de Hamilton (HDRS, en inglés) y del Inventario de Depresión de Beck (BDI, inglés) (163). Un segundo ensayo controlado con placebo en 60 participantes tratados con el antidepresivo imipramina (Tofranil; 100-200 mg/día) evaluó la respuesta terapéutica al zinc suplementario (25 mg/día) usando HDRS, BDI, escala de Clinical Global Impression (CGI) y puntuaciones de la Escala de Depresión de Montgomery-Åsberg (MADRS, en inglés) (164). La suplementación con zinc mejoró las medidas basadas en la puntuación de la respuesta terapéutica y la remisión después de seis semanas, pero sólo cuando el análisis fue restringido a participantes resistentes a la imipramina. Sin embargo, no hubo evidencia de un efecto del zinc después de 12 semanas (164).

Sepsis neonatal

La sepsis es una condición potencialmente mortal que causa disfunción orgánica como consecuencia de la respuesta desregulada del huésped a la infección (165). La sepsis se acompaña de cambios en la homeostasis del zinc caracterizados en particular por una disminución en la concentración sérica de zinc y un aumento en la concentración de zinc en el hígado (166). Se cree que estos cambios en la distribución de zinc son parte del mecanismo de defensa de un huésped por el cual el huésped puede limitar la disponibilidad de zinc a los patógenos, así como estimular el sistema inmunológico. Dicho mecanismo se ha descrito para otros metales de transición, incluidos el hierro y el manganeso (167). Sin embargo, las concentraciones séricas más bajas de zinc en pacientes críticos con alto riesgo de insuficiencia orgánica se han asociado con episodios recurrentes de sepsis y resultados más pobres (168, 169). Una revisión sistemática de 2018 identificó cuatro ensayos que examinaron el efecto de la administración de suplementos de zinc en recién nacidos con sepsis (166). Se encontró que la administración de suplementos de zinc produce una disminución de la inflamación (170) y un mejor desarrollo neurológico (171, 172). Tres de cada cuatro ensayos que examinaron la tasa de mortalidad no mostraron ningún efecto de suplemento de zinc (170, 172, 173).

Fuentes

Fuentes alimenticias

Los mariscos, la carne de res, y otras carnes rojas son fuentes ricas de zinc; las nueces y las legumbres son fuentes vegetales relativamente buenas de zinc. La biodisponibilidad de zinc (la fracción de zinc retenida y utilizada por el cuerpo) es relativamente alta en carne, huevos, y mariscos debido a la relativa ausencia de compuestos que inhiben la absorción de zinc y la presencia de aminoácidos que contienen azufre (cisteína y metionina) que mejora la absorción de zinc. El zinc en los productos integrales y las proteínas vegetales está menos biodisponible debido a su contenido relativamente alto de fitato, que inhibe la absorción de zinc (174). La acción enzimática de la levadura reduce el nivel de fitato en los alimentos; por lo tanto, los panes integrales con levadura tienen más zinc biodisponible que los panes integrales sin levadura.

Las encuestas dietéticas nacionales en los EE.UU. estiman que la ingesta dietética promedio de zinc de alimentos naturales y fortificados es de aproximadamente 12.3 mg/día en adultos, con aproximadamente el 12% de la población adulta en riesgo de ingesta inadecuada (175). El contenido de zinc de algunos alimentos relativamente rico en zinc se enumera en la Tabla 2 en miligramos (mg). Para obtener más información sobre el contenido de nutrientes de alimentos específicos, busque en la base de datos de composición de alimentos del USDA (FoodData Central) (176).

 
Tabla 2. Algunas Fuentes Alimenticias de Zinc
Alimento Porción Zinc (mg)
Ostras , cocidas 6 medianas 27-50
Res, filete, asado de cuchilla, cocido 3 onzas* 8.7
Res, molida, 90% carne magra, cocido 3 onzas 5.4
Cangrejo, Dungeness, cocido 3 onzas 4.7
Fortificado, cereal de avena integral tostado 1 taza 3.8
Pavo, carne oscura, cocido 3 onzas 3.0
Cerdo, lomo, asado de cuchilla, cocido 3 onzas 2.7
Soya, tostada en seco ½ taza 2.2
Pollo, asado, carne oscura, cocida 3 onzas 1.8
Piñones 1 onza 1.8
Cajuiles 1 onza 1.6
Yogurt natural, bajo en grasa 6 onzas 1.5
Semillas de girasol 1 onza 1.5
Nueces pecanas 1 onza 1.3
Nueces de Brasil 1 onza 1.2
Garbanzos, cocidos ½ taza 1.2
Leche 1 taza (8 onzas fluidas) 1.1
Queso, cheddar 1 onza 1.0
Almendras 1 onza 0.9
Frijoles, horneados ½ taza 0.9
*Una porción de carne de tres onzas es aproximadamente del tamaño de una baraja de cartas.

Suplementos

Una serie de suplementos de zinc están disponibles comercialmente, incluyendo acetato de zinc, gluconato de zinc, picolinato de zinc, y sulfato de zinc. El picolinato de zinc se ha promovido como una forma más absorbible de zinc, pero hay pocos datos que respalden esta idea en humanos. El trabajo limitado en animales sugiere que la mayor absorción intestinal de picolinato de zinc puede compensarse con una mayor eliminación (29).

Seguridad

Toxicidad

Toxicidad aguda

Se han producido brotes aislados de toxicidad aguda por zinc como resultado del consumo de alimentos o bebidas contaminados con zinc liberado de envases galvanizados. Los signos de toxicidad aguda por zinc son dolor abdominal, diarrea, náuseas, y vómitos. Dosis únicas de 225 a 450 mg de zinc generalmente inducen vómitos. Se ha reportado un malestar gastrointestinal más leve a dosis de 50 a 150 mg/día de zinc suplementario. Se ha reportado de fiebre por vapores metálicos después de la inhalación de vapores de óxido de zinc. Específicamente, la sudoración profusa, la debilidad, y la respiración rápida pueden desarrollarse dentro de las ocho horas posteriores a la inhalación de óxido de zinc y persistir durante 12 a 24 horas después de que finaliza la exposición (6, 29).

Efectos adversos

La principal consecuencia del consumo a largo plazo de zinc excesivo es la deficiencia de cobre. Se ha encontrado que la ingesta total de zinc de 60 mg/día (50 mg por suplementos y 10 mg de zinc dietético) por hasta 10 semanas produce signos de deficiencia de cobre (29). También se ha reportado deficiencia de cobre después del uso crónico de cantidades excesivas de zinc que contienen cremas para dentaduras postizas (≥2 tubos por semana que contienen 17-34 mg/g de zinc) (177). Para prevenir la deficiencia de cobre, la Junta de Alimentos y Nutrición de EE.UU. estableció el nivel máximo de ingesta tolerable (NM) para adultos en 40 mg/día, incluyendo zinc dietético y suplementario (Tabla 3) (29).

Tabla 3. Nivel Máximo de Ingesta Tolerable (NM) para Zinc
Grupo Etario NM (mg/día)
Infantes 0-6 meses 4
Infantes 7-12 meses 5
Niños 1-3 años 7
Niños 4-8 años 12
Niños 9-13 años 23
Adolescentes 14-18 años 34
Adultos 19 años y más 40
Zinc intranasal

Se sabe que el zinc intranasal causa una pérdida del sentido del olfato (anosmia) en animales de laboratorio (178), y ha habido varios reportes de casos de individuos que desarrollaron anosmia después de usar gluconato de zinc intranasal (127). Dado que la anosmia asociada al zinc puede ser irreversible, se debe evitar el uso de geles y aerosoles nasales de zinc.

Interacción con drogas/fármacos

El uso de suplementos de zinc disminuye la absorción de ciertos medicamentos, incluidos cefalexina (Keplex) y penicilamina (Cuprimina, Depen), así como los medicamentos antirretrovirales atazanavir (Reyataz) y ritonavir (Norvir) (179). La administración concomitante de suplementos de zinc con ciertos medicamentos como la tetraciclina y los antibióticos de quinolona pueden disminuir la absorción tanto del zinc como de los medicamentos, reduciendo potencialmente la eficacia del medicamento. Tomar suplementos de zinc y estos medicamentos con al menos dos horas de diferencia debería prevenir esta interacción.

El uso terapéutico de agentes quelantes de metales, como la penicilamina (usada para tratar la sobrecarga de cobre en la enfermedad de Wilson) y el pentaacetato de dietilentriamina (DTPA; usado para tratar la sobrecarga de hierro), ha resultado en una deficiencia severa de zinc. Los medicamentos anticonvulsivos, especialmente el valproato de sodio, también pueden precipitar la deficiencia de zinc. El uso prolongado de diuréticos puede aumentar la excreción urinaria de zinc, lo que resulta en una mayor pérdida de zinc. Debido a que el zinc suplementario puede reducir la glucosa en la sangre, se aconseja a quienes toman agentes antidiabéticos que usen suplementos de zinc con precaución.

Recomendación del Instituto Linus Pauling

La Ingesta Diaria Recomendada de zinc (8 mg/día para mujeres adultas y 11 mg/día para hombres adultos) parece suficiente para prevenir la deficiencia en la mayoría de las personas, pero la falta de indicadores sensibles del estado nutricional del zinc en humanos hace que sea difícil determinar el nivel de la ingesta de zinc tiene más probabilidades de promover una salud óptima. Seguir la recomendación del Instituto Linus Pauling de tomar un suplemento multivitamínico/mineral generalmente proporcionará al menos la Ingesta Diaria Recomendada de zinc. Las ingestas diarias totales (suplementarias + dietéticas) de zinc no deben exceder el NM (40 mg/día para adultos) para limitar el riesgo de deficiencia de cobre en particular (véase Seguridad).

Adultos mayores (> 50 años)

Aunque no se sabe que el requerimiento de zinc sea mayor para los adultos mayores, muchos tienen una ingesta inadecuada de zinc dietético (180, 181). Una capacidad reducida para absorber zinc, una mayor probabilidad de estados de enfermedad que alteran la utilización de zinc, y un mayor uso de medicamentos que disminuyen la biodisponibilidad de zinc pueden contribuir a un mayor riesgo de deficiencia leve de zinc en adultos mayores. La ingesta adecuada de zinc dietético es esencial para los adultos mayores porque las consecuencias de la deficiencia leve de zinc, como la función del sistema inmunitario deteriorado, son especialmente relevantes para el mantenimiento de su salud.


Autores y Críticos

Escrito originalmente en 2001 por:
Jane Higdon, Ph.D.
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Actualizad en Diciembre de 2003 por:
Jane Higdon, Ph.D.
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Actualizad en Octubre de 2007 por:
Victoria J. Drake, Ph.D.
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Actualizad en Junio de 2013 por:
Victoria J. Drake, Ph.D.
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Actualizad en Febrero de 2019 por:
Barbara Delage, Ph.D.
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Revisado en Mayo 2019 por:
Emily Ho, Ph.D.
Director Dotado, Moore Family Center de Alimentos de Grano Entero
Nutrición y Salud Preventiva
Profesor de la Escuela de Ciencias Biológicas y Salud de la Población
Investigador Principal, Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Traducido al Español en 2019 por:
Natsumi Then Shimazaki
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Copyright 2001-2022  Instituto Linus Pauling


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