English | 日本語

Resumen

  • La vitamina E de origen natural incluye ocho isoformas liposolubles: α-, β-, γ-, y δ-tocoferol y α-, β-, γ-, y δ-tocotrienol. A pesar de ello, el cuerpo preferencialmente usa el α-tocoferol, y solo la suplementación con α-tocoferol puede revertir los síntomas de la deficiencia de vitamina E. (Más información)
  • El α-tocoferol funciona como un antioxidante rompe cadenas, previniendo la propagación de radicales libres en membranas y lipoproteínas del plasma. El α-tocoferol es también más propenso a estar involucrado en el fortalecimiento de ciertos aspectos de la inmunidad celular. (Más información)
  • La deficiencia de vitamina E puede ser causad por trastornos de malabsorción de grasas o por anormalidades genéticas que afectan el transporte de vitamina E. Los síntomas de una deficiencia severa incluyen ataxia inducida por deficiencia de vitamina E, neuropatía periférica, debilidad muscular, y daño a la retina del ojo. (Más información)
  • La ingesta diaria recomendada (IDR) actual es de 15 mg/día de α-tocoferol. Se estima que más del 90% de los adultos americanos no satisfacen el requerimiento estimado promedio (REP) de 12 mg/día de α-tocoferol. (Más información)
  • Ensayos aleatorios controlados que investigan la prevención primaria y/o secundaria de las enfermedades crónicas, como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, y las cataratas, actualmente no apoyan un efecto preventivo del α-tocoferol suplementario. (Más información)
  • Evidencia clínica limitada sugiere que la suplementación con vitamina E pudiese ser beneficial para el manejo de la degeneración macular relacionada con la edad y enfermedades por hígado graso secundarias a la diabetes mellitus tipo 2. (Más información)
  • Se encontró que la suplementación con α-tocoferol retrasa el deterioro cognitivo o perdida de habilidades funcionales en sujetos con deterioro cognitivo en algunos, pero no en todos, los estudios clínicos. (Más información)
  • Semillas de plantas, especialmente semillas de girasol, almendras y avellanas, son fuentes ricas en α-tocoferol tanto que muchos aceites vegetales (p. ej., aceite de oliva y aceite de canola) también contienen α-tocoferol. Otras fuentes incluyen tomates, aguacates, espinacas, espárragos, acelgas, y brócoli. (Más información)
  • Altas dosis de α-tocoferol suplementario pueden interferir con la cascada de coagulación sanguínea dependiente de la vitamina K e incrementar el riesgo de sangrado en individuos que toman drogas anticoagulantes. Un nivel máximo de ingesta tolerable (NM) para el α-tocoferol en adultos está establecido en 1,000 mg/día y se aplica a todos los posible estereoisómeros del α-tocoferol. (Más información)

El termino vitamina E describe una familia de ocho moléculas liposolubles con actividades antioxidantes: cuatro isoformas del tocoferol (α-, β-, γ-, y δ-tocoferol) y cuatro isoformas del tocotrienol ­­(α-, β-, γ-, y δ-tocotrienol) (Figura 1). Solo una forma, el α-tocoferol, satisface los requerimientos humanos de vitamina E (véase La IDR). En el hígado humano, el α-tocoferol es la forma de la vitamina E que es preferencialmente unida a la proteína de transferencia de α-tocoferol (α-TTP) e incorporada en las lipoproteínas que transportan el α-tocoferol en la sangre para su entrega a los tejidos extrahepáticos. Por lo tanto, es la forma predominante de la vitamina E encontrada en la sangre y los tejidos (1). Además, el α-tocoferol parece ser la forma de la vitamina E con la mayor importancia nutricional, tanto que será el tema principal de la siguiente discusión.

Figura 1. Estructuras Químicas de las Isoformas de la Vitamina E. (a) Los tocotrienoles difieren de los tocoferoles en que estos usualmente tienen una cadena lateral insaturada. Las cuatro isoformas de tanto el tocoferol (α-, β-, γ-, y δ-tocoferol) como el tocotrienol (α-, β-, γ-, y δ-tocotrienol) difieren por la presencia o ausencia de grupos metilo en el anillo cromanol (R1 y R2). Los tocoferoles naturales tienen una configuración-RRR en los tres centros quirales de las posiciones 2, 4’, y 8’; los tocotrienoles naturales tienen una configuración-R en la posición-2. Entre las ocho isoformas de la vitamina E, solo el α-tocoferol (R1=CH3 y R2=CH3) se ha encontrado que revierte los síntomas de la deficiencia de vitamina E en los humanos. (b) El α-tocoferol sintetizado químicamente, conocido como todo-rac-α-tocoferol, contiene una mezcla de ocho estereoisómeros que surgieron de los tres carbonos quirales en las posiciones 2, 4’, y 8’: RRR y SRR (mostrados aquí), y RSR, RRS, SSR, SRS, y SSS. Porque solo los estereoisómeros con una configuración-R en la posición 2 (es decir 2R-estereoisómeros) del α-tocoferol satisfacen los requerimientos humanos de vitamina E, la mitad de los estereoisómeros presentes en todo-rac-α-tocoferol (RRR, RSR, RRS, y RSS) son considerados formas biológicamente activas de la vitamina E.

[Figura 1 - Clic para Agrandar]

Función

α-Tocoferol

α-Tocoferol natural versus sintético

El α-tocoferol natural, producido por las plantas encontrado en los alimentos tiene una configuración-RRR en la position-2, 4’, y 8’ de la molécula del α-tocoferol (erróneamente referida como d-α-tocoferol) (véase Figura 1). Sintetizado químicamente el todo-rac-α-tocoferol (todo-racémico-α-tocoferol; incorrectamente etiquetado dl-α-tocoferol) es una mezcla de ocho estereoisómeros del α-tocoferol, la cual se originó a partir de tres carbonos quirales en las posiciones- 2, 4’, y 8’: RRR-, RSR-, RRS-, RSS-, SRR-, SSR-, SRS-, y SSS-α-tocoferol (véase Figura 1). Mientras que todos los estereoisómeros tienen una actividad antioxidante in vitro equivalente, solo las formas en la conformación-R en la posición 2 (nótese 2R) satisfacen los requerimientos de vitamina E en los humanos (2).

Actividad antioxidante

La función principal del α-tocoferol en los humanos es aquella de un antioxidante liposoluble. Las grasas, las cuales son una parte integral de todas las membranas celulares, son vulnerables al daño a través de la peroxidación lipídica por los radicales libres. El α-tocoferol es únicamente adecuado para interceptar los radicales peroxilo y así prevenir una reacción en cadena de la oxidación de los lípidos (Figura 2). Cuando una molécula de α-tocoferol neutraliza un radical libre, esta es oxidada y su capacidad antioxidante se pierde. Otros antioxidantes, como la vitamina C, son capaces de regenerar la capacidad antioxidante del α-tocoferol (Figura 2) (revisado en 1).

Aparte de mantener la integridad de las membranas celulares en todo el cuerpo, el α-tocoferol protege de la oxidación a las grasas en las lipoproteínas de baja densidad (LDL). Las lipoproteínas son partículas compuestas de lípidos y proteínas que transportan grasas a través del torrente sanguíneo. Las LDL transportan específicamente colesterol del hígado a los tejidos del cuerpo. Las LDL oxidadas han sido involucradas en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares (3).

Efectos en la inmunidad celular

Otras funciones del α-tocoferol son propensas a ser relacionadas con su capacidad antioxidante (1). Por lo tanto, el α-tocoferol puede proteger las propiedades fisiológicas de las membranas de bicapa lipídica y podría influenciar la actividad de las proteínas y enzimas de la membrana (4). En estudios de cultivo celular, se encontró que el α-tocoferol mejora la formación de una unión adhesiva (conocida como sinapsis inmune) entre los linfocitos T naïve y las células presentadoras de antígeno (CPA), la cual eventualmente estimuló la activación y proliferación de células T (véase Prevención de Enfermedades) (5, 6).

Figura 2. Actividad Antioxidante del α-Tocoferol. La peroxidación de los ácidos grasos insaturados conduce a la formación de radicales peroxilo lipídicos (ROO·) los cuales fácilmente se difunden en los sistemas biológicos. Los radicales peroxilo reaccionan 1,000 veces más rápido con el α-tocoferol que con los ácidos grasos insaturados (RH). El grupo hidroxilo en la cabeza de cromanol del α-tocoferol puede donar hidrogeno para expulsar los radicales peroxilo lipídicos, lo cual detiene su propagación en las membranas y lipoproteínas circulantes. La presencia de otros antioxidantes, como la vitamina C (ascorbato) es requerido para regenerar la capacidad antioxidante del α-tocoferol. GSH, glutatión oxidado; GSSH, glutatión reducido; NADP, nicotinamida adenina dinucleótido fosfato; NADPH, NADP reducido; RH, ácidos grasos insaturados; R·, radical lipídico (centrado en el carbono); ROO·, radical peroxilo lipídico; ROOH, hidroperóxido; Vitamina E·OH, α-tocoferol (forma reducida); Vitamina E·O·, radical tocoferoxilo (forma oxidada); Vitamina Cox, deshidroascorbato (vitamina C oxidada); Vitamina Cred, ascorbato (vitamina C reducida).

[Figura 2 - Clic para Agrandar]

γ-Tocoferol y tocotrienoles

Las formas de la vitamina E distintas del α-tocoferol también son conocidas por ser potentes antioxidantes. Se piensa que los tocotrienoles y el γ-tocoferol son mejores catadores de radicales peroxilo y de especies reactivas de nitrógeno, respectivamente, que el α-tocoferol (7). A pesar de todo, en el cuerpo, (1) el α-tocoferol es preferencialmente retenido en el hígado por la unión a la proteína de transferencia de α-tocoferol (α-TTP), la cual incorpora α-tocoferol en las lipoproteínas para su entrega en los tejidos extrahepáticos; y (2) las formas de la vitamina E distintas del α-tocoferol son activamente metabolizadas y excretadas. Por lo tanto, mientras el γ-tocoferol es la forma más común de la vitamina E en la dieta americana (8), sus concentraciones en el plasma y tejidos son generalmente más bajas que aquellas del α-tocoferol, y más γ-tocoferol es excretado en la orina que α-tocoferol, sugiriendo que menos γ-tocoferol es necesario para el uso por el cuerpo (1).

Estudios conducidos in vitro y en animales han indicado que el γ-tocoferol y su principal metabolito, γ carboxietil hidroxicroman (γ-CEHC), podrían desempeñar un papel en la protección del cuerpo del daño inducido por radicales libres en varias condiciones de estrés oxidativo e inflamación (revisado en 7). Estudios de intervención limitados (destacados en 7) no han demostrado convincentemente un potencial efecto anti-inflamatorio del γ-tocoferol en humanos. A pesar de todo, en dos estudios aleatorios, controlados con placebo recientes, la suplementación a fumadores con γ-tocoferol potencio beneficios a corto plazo del abandono del hábito de fumar (con o sin terapia de reemplazo de nicotina) en la función endotelial vascular (9, 10).

Numerosos estudios preclínicos han sugerido que los tocotrienoles podrían ser beneficiosos en la prevención de enfermedades crónicas (11). Por lo tanto, los tocotrienoles (especialmente δ-tocotrienol) han mostrado mayores efectos anti-proliferativos y pro-apoptóticos que los tocoferoles en líneas de células malignas (12). Sin embargo, un cierto número de factores, incluyendo dosis, formulación, y tipo de estudio de población, afectan la biodisponibilidad de los tocotrienoles y podrían socavar su eficacia putativa en humanos (13). No existen datos actuales disponibles sobre la eficacia de los tocotrienoles suplementarios en humanos (11).

Interacción con nutrientes

Ácidos grasos dietarios y circulantes

El mecanismo de digestión y absorción de la vitamina E en las células intestinales (enterocitos) no está claro, pero requiere de ácidos biliares y enzimas pancreáticas, y el empaquetado junto con la grasa dietaría en quilomicrones. La eficiencia de la absorción de vitamina E se incrementa con la cantidad de grasa en los alimentos ingeridos, tal que la absorción de vitamina E proveniente de suplementos es más propensa a ser mínima con comidas bajas en grasas (14, 15).

En la circulación, todas las lipoproteínas (es decir, VLDL, LDL, y HDL) están involucradas en el transporte y distribución de α-tocoferol a los tejidos (1). Concentraciones incrementadas de lípidos (colesterol y triglicéridos) en la sangre han sido correlacionadas con concentraciones mayores de α-tocoferol en el suero. Sin embargo, si una alta concentración de lípidos en la sangre está asociada con un recambio más lento de lipoproteínas, entonces la distribución de α-tocoferol a los tejidos podría ser substancialmente alterada (16).

Vitamina C

Unos pocos estudios en humanos que usaron condiciones de estrés oxidativo han demostrado la importancia de la vitamina C (ácido ascórbico) en el reciclaje del α-tocoferol oxidado de regreso a su estado reducido (véase Figura 2). El estrés oxidativo causado por fumar cigarrillos acelera el agotamiento de α-tocoferol del plasma en personas que fuman en comparación con aquellos que no fuman (17). En un ensayo doble ciego, controlado con placebo en 11 fumadores y 13 no fumadores a los cuales se les administro α-tocoferol y γ-tocoferol que fue marcado con deuterio (por lo tanto, rastreable), la suplementación con vitamina C redujo la tasa de perdida de vitamina E en el plasma, muy probablemente por la regeneración de radicales tocoferilo de regreso a formas no oxidadas (18).

Vitamina K

Un estudio en adultos con un estatus de coagulación normal encontró que la suplementación diaria con 1,000 UI (670 mg) de RRR-α-tocoferol por 12 semanas disminuyo la γ-carboxilación de la protrombina, un factor dependiente de la vitamina K en la cascada de coagulación (19). Individuos que toman drogas anticoagulantes como la warfarina y aquellos que están deficientes de vitamina K no deberían tomar suplementos de vitamina E sin supervisión médica debido al riesgo incrementado de sangrado (véase Seguridad) (20).

Deficiencia

Causas

La deficiencia severa de vitamina E raramente ocurre en humanos per ha sido observada como un resultado de la malnutrición (21). La deficiencia severa de vitamina E ha sido asociada con defectos genéticos específicos que afectan el transporte de α-tocoferol por la proteína de transferencia de α-tocoferol (α-TTP) y las lipoproteínas. La deficiencia de vitamina E ha sido también observada en individuos con síndromes de malabsorción de grasas, los cuales perjudican la absorción de grasas dietarías y por consiguiente las vitaminas liposolubles con la vitamina E (véase Interacción con nutrientes) (21).

Síntomas

La deficiencia severa de vitamina E resulta en síntomas neurológicos, incluyendo balance y coordinación deterioradas (ataxia espinocerebelosa), lesión de los nervios sensoriales (neuropatía periférica), debilidad muscular (miopatía) y daño a la retina del ojo (retinopatía). Por esta razón, la gente que desarrolla neuropatía periférica, ataxia, o retinitis pigmentosa (RP) por causas desconocidas debiera ser examinada por deficiencia de vitamina E (21). Los resultados de un ensayo controlado aleatorio en 601 pacientes con formas comunes de RP indicaron que la suplementación diaria con 400 UI de todo-rac-α-tocoferol (180 mg de RRR-α-tocoferol) modestamente pero significantemente incremento la perdida de la función de la retina (22). En contraste, la suplementación diaria con 15,000 UI de vitamina A (4,500 μg de EAR) significantemente alentó la perdida de la función de la retina sobre un periodo de cuatro a seis años, sugiriendo que los pacientes con formas comunes de RP podrían beneficiarse de la suplementación con vitamina A a largo plazo pero deberían evitar altas dosis de vitamina E suplementaria.

Defectos hereditarios en la α-TTP están asociados con un síndrome característico llamando AVED (Ataxia con Deficiencia de Vitamina E). Un reciente estudio de caso reporto que la discapacidad visual en un paciente de edad media con AVED fue causada por tanto la RP como por la aparición temprana de degeneración macular (23). La suplementación con altas dosis de vitamina E (800-1,200 mg/día) es usada para prevenir el deterioro neurológico en sujetos con AVED (21).

Por otra parte, el desarrollo del sistema nervioso parece ser especialmente vulnerable a la deficiencia de vitamina E. Por lo tanto, niños con severa deficiencia de vitamina E al nacer rápidamente experimentan síntomas neurológicos irreversibles si no son tratados con vitamina E. En contraste, individuos que desarrollan desordenes gastrointestinales que afectan la absorción de vitamina E en la adultez podrían no desarrollar síntomas neurológicos por 10-20 años (21). Debe también notarse que los síntomas neurológicos causados por la deficiencia de vitamina E no se han reportado en individuos saludables que consumen dietas bajas en vitamina E.

Deficiencia marginal

Aunque la deficiencia franca de vitamina E es rara, la ingesta marginal de vitamina E es relativamente común. Entre 1988 y 1994, la Encuesta Nacional de Salud y Examen Nutricional III de los EE.UU. (NHANES III) examinó la ingesta recomendada y las concentraciones sanguíneas de α-tocoferol en 16,295 adultos. El estudio reportó que alrededor de un tercio de todos los participantes tuvieron concentraciones sanguíneas de α-tocoferol por debajo de los 20 micromoles/litro (μmol/L) — se eligió este valor de corte debido su asociación con un riesgo incrementado de enfermedades cardiovasculares (24). Datos más recientes de 18,063 participantes en NHANES 2003-2006 indicaron una ingesta dietaría promedio de α-tocoferol de los alimentos (incluyendo fuentes enriquecidas y fortificadas) entre adultos americanos de 7.2 mg/día (25). Esta ingesta se encuentra bien por debajo de la ingesta diaria recomendada actual de 15 mg/día (véase la IDR). En este nivel de ingesta dietaría, más del 93% de los adultos americanos no satisfacen el requerimiento estimado promedio (REP) de 12 mg/día para la vitamina E (25). Además, un reciente estudio de caso y control anidado en mujeres de Bangladesh sugirió que un estatus de vitamina E inadecuado durante el embarazo temprano puede estar asociado con un incremento en el riesgo de aborto (26)

Se piensa que el fumar cigarrillos incrementa la utilización de α-tocoferol tal que los fumadores podrían estar en un riesgo incrementado de deficiencia en comparación con los no fumadores (17). También, el análisis de 19 años de seguimiento del estudio del Alfa-Tocoferol y del Beta-Caroteno para prevención del Cáncer (ATBC) en fumadores mayores de sexo masculino indicó que los participantes en el quintil más elevado frente a aquellos en el nivel más inferior de las concentraciones de α-tocoferol en el suero (>31 μmol/L vs. <23 μmol/L) al inicio del estudio tuvieron riesgos reducidos de mortalidad total y por causa especifica (27).

Se desconoce si la deficiencia margina de vitamina E incrementa el riesgo de enfermedades crónicas (1).

La Ingesta Diaria Recomendada (IDR)

La IDR para la vitamina E fue revisada por última vez por la Junta de Nutrición y Alimentos del Instituto de Medicina de los EE.UU. en el 2000 (Tabla 1) (2). La IDR está basada en gran parte en los resultados de estudios realizados en la década de 1950 en hombres alimentados con dietas deficientes de vitamina E. En un análisis de tubos de ensayo, la vitamina E suprimió la degradación de eritrocitos (conocida como hemólisis) inducida por peróxido de hidrógeno. Debido a que también se ha reportado hemólisis en niños con deficiencia severa de vitamina E, el efecto preventivo de la vitamina E contra la hemolisis inducida por el daño oxidativo se consideró a este análisis in vitro como una prueba clínicamente relevante para evaluar el estado de la vitamina E. Es importante destacar que esto significa que la IDR mas reciente para la vitamina E continúa estando basada en la prevención de síntomas de deficiencia, en vez de la promoción de salud y la prevención de enfermedades crónicas.

Las formas del α-tocoferol que satisfacen las ingestas recomendadas son el RRR-α-tocoferol — la única forma de la vitamina E originada naturalmente — y los tres isómeros sintéticos, RRS-, RSR-, y RSS- α-tocoferol, los cuales se encuentran en suplementos nutricionales y alimentos fortificados.

La Tabla 1 lista la IDR para el α-tocoferol expresado en miligramos (mg) y unidades internacionales (UI).

Tabla 1. Ingesta Diaria Recomendada (IDR) para el α-Tocoferol*#
Etapa de la Vida Edad Machos Hembras
mg/día UI/día mg/día UI/día
Infantes (IA) 0-6 meses
4
6
4
6
Infantes (IA) 7-12 meses
5
7.5
5
7.5
Niños 1-3 años
6
9
6
9
Niños 4-8 años
7
10.5
7.5
10.5 
Niños    9-13 años
11
16.5
11
16.5 
Adolescentes 14-18 años
15
22.5
15
22.5 
Adultos 19 años y más
15
22.5
15
22.5
Embarazo Todas las edades
-
-
15
22.5
Período de lactancia Todas las edades
-
-
19
28.5

*Estas ingestas recomendadas se limitan a las formas 2R- estereoisoméricas del α-tocoferol.
#Un mg de 2R-α-tocoferol es equivalente a 1.5 UI, y una UI es equivalente a 0.67 mg de 2R-α-tocoferol.

Prevención de Enfermedades

Deterioro de la función inmune relacionado a la edad

El decline natural relacionado a la edad de la función inmune está acompañado por un incremento en la susceptibilidad a infecciones, una respuesta más pobre a la inmunización, y riesgos mayores de desarrollar canceres y enfermedades autoinmunes. Se ha demostrado que el α-tocoferol mejora específicamente la respuesta inmune mediada por células T la cual declina con el avance de la edad (revisado en 28). La respuesta deteriorada de las células T ha sido parcialmente asociada con una capacidad reducida de las células T naïve para ser activadas durante la presentación de antígenos y para producir interleucina-2 (IL-2) y proliferar como resultado (6). Sin embargo, muy pocos estudios han abordado la asociación potencial entre el α-tocoferol y la función inmune en humanos (28). En un estudio de intervención de menor escala en adultos mayores (edad promedio, 70 años), la suplementación con 200 mg/día de todo-rac-α-tocoferol (equivalente a 100 mg de RRR-α-tocoferol) por tres meses significantemente mejoró la actividad citotóxica de las células asesinas naturales (NK), la quimiotaxis de neutrófilos, la respuesta fagocítica, y mejoró la proliferación de linfocitos inducida por mitógenos y la producción de interleucina-2 (IL-2) en comparación al inicio del estudio (29). En un ensayo más temprano, la suplementación diaria de adultos mayores sanos (≥65 años de edad) con 200 mg de todo-rac-α-tocoferol por 235 días también mejoró la inmunidad mediada por los linfocitos T — medida con una prueba de piel de reacción de hipersensibilidad retardada (DTH) — e incremento la producción de anticuerpos en respuesta a las vacunas contra la hepatitis B y el tétanos (30).

Dosis menores de α-tocoferol fallaron en mejorar la respuesta de DTH en comparación al placebo en otro estudio en participantes saludables (edades, de 65-80 años) (31). Un ensayo aleatorio, controlado con placebo en 617 residentes de asilos de ancianos (≥65 años de edad) reportó que la suplementación con 200 UI de α-tocoferol sintético (90 mg de RRR-α-tocoferol) por un año significantemente disminuyo el riesgo de contraer infecciones de las vías respiratorias superiores, especialmente el resfriado común, pero no tuvo efecto en las infecciones de las vías respiratorias inferiores (pulmones) (32). Mas investigación es necesaria para examinar si la vitamina E suplementaria podría mejorar la función inmune y reducir el riesgo de infecciones en adultos mayores.

Enfermedades cardiovasculares

Prevención primaria: en adultos sanos

Estudios basados en la observación: Los resultados de varios estudios basados en la observación de gran escala en hombres y mujeres han sugerido una relación inversa entre el consumo de vitamina E y el riesgo de infarto al miocardio o muerte por enfermedades cardiacas. Cada estudio tuvo un diseño prospectivo que midió la ingesta de vitamina E en personas generalmente sanas a las cuales se les dio un seguimiento sobre un periodo de tiempo para determinar la aparición de eventos cardiovasculares y analizar la asociación entre la exposición y el (los) resultado(s). En dos de los estudios, los individuos que consumían más de 7 mg/día de α-tocoferol dietario eran aproximadamente 35% menos propensos a morir de una enfermedad cardiaca que aquellos que consumían menos de 3-5 mg/día de α-tocoferol (33, 34). Otros dos estudios de gran escala observaron un riesgo significativamente reducido de una enfermedad cardiaca solo en mujeres y hombres que consumían al menos 100 UI (67 mg)/día de RRR-α-tocoferol (35, 36).

Estudios de intervención: Un ensayo de intervención, aleatorio controlado con placebo en 39,876 mujeres (≥45 años de edad) participantes del Estudio de Salud de las Mujeres (Women's Health Study [WHS]) encontró que la suplementación con 600 UI (400 mg) de RRR-α-tocoferol cada dos días por 10 años resulto en una reducción del 34% de infarto al miocardio no-fatal y una reducción del 49% en muertes relacionadas a lo cardiovascular pero solo en mujeres con edades de por lo menos 65 años al inicio del estudio (representando 10% de los participantes del estudio) (37). Análisis posteriores de los datos del WHS mostraron que las mujeres en el brazo de la vitamina E del estudio experimentaron una reducción del 21% del riesgo de tromboembolismo venoso (TEV) en comparación al placebo: la reducción fue del 12% en mujeres menores de 55 años de edad, 26% en mujeres de 65 años de edad y mayores, y 44% en mujeres con un historial de TEV. Otro ensayo controlado aleatorio de gran escala — el Physicians’ Health Study II (PHSII) — conducido en hombres de mediana edad saludables no encontró algún efecto significante de 400 UI de α-tocoferol sintético (180 mg de RRR-α-tocoferol), administrado cada dos días por ocho años, en el riesgo de eventos cardiovasculares importantes en la cohorte entera y en los análisis de subgrupos (40). Además, preocupaciones fueron planteadas con respecto al posible efecto dañino de la suplementación con altas dosis de vitamina E en el riesgo de accidentes cerebrovasculares hemorrágicos en esta cohorte (40).

Prevención secundaria: en individuos con o en riesgo de enfermedades cardiovasculares

Factores de riesgo convencionales de las enfermedades cardiovasculares (ECV) incluyen fumar cigarrillos, falta de actividad física, hipertensión, dislipidemia y tener sobrepeso o estar obeso. Se piensa también que otros factores tales como el estrés oxidativo y la inflamación contribuyen al incremento del riesgo de ECV, especialmente en pacientes con condiciones crónicas como la diabetes mellitus tipo 2 y la enfermedad renal crónica. Aunque los ensayos no parecen apoyar ningún beneficio cardiovascular en sujetos sanos de mediana edad y mayores, la suplementación con vitamina E podría ayudar a mejorar la salud cardiovascular y/o disminuir el riesgo de ECV en específico, sujetos en alto riesgo.

Estudios basados en la observación: La presencia de placas ateroscleróticas en las paredes arteriales es una de las marcas distintivas de las enfermedades cardiovasculares. La ruptura de placa que causa la formación de coágulos sanguíneos es la causa usual de infartos al miocardio y cerebrovasculares. El estudio de corte transversal Asymptomatic Carotid Atherosclerosis Disease In Manfredonia (ACADIM) en 640 individuos en riesgo reportó una asociación inversa entre el grosor íntima-media carotídeo (GIMC) — un marcador de aterosclerosis — y las concentraciones circulantes de antioxidantes, incluyendo la vitamina E (41). Sin embargo, otros estudios basados en la observación no encontraron asociación alguna entre las concentraciones de vitamina E plasmáticas y el GIMC (revisado en 42).

Estudios de intervención: Un estudio controlado aleatorio pequeño que evaluó el efecto de drogas/fármacos hipolipemiantes en hombres que previamente habían tenido una cirugía de revascularización coronaria encontró que el uso de por lo menos 100 UI/día (en comparación a menos de 100 UI/día) de α-tocoferol suplementario (45 mg de RRR-α-tocoferol) estaba asociado con una progresión reducida del GIMC sobre un periodo de dos años pero solo entre los participantes en el grupo del placebo del estudio (es decir, aquellos que no recibieron los fármacos hipolipemiantes) (43). Sin embargo, un reciente meta-análisis de siete ensayos de menor escala controlados con placebo encontró poca evidencia de que la suplementación con vitamina E pudiese mejorar la dilatación mediada por flujo (DMF) de la arteria braquial, un marcador de la salud vascular endotelial que es adversamente afectada por los factores de riesgo de las ECV (44). En el Cambridge Heart AntiOxidant Study (CHAOS), un ensayo de intervención aleatorio controlado con placebo en 2,002 pacientes con enfermedades coronarias cardiacas, la suplementación diaria con 400 UI o con 800 UI de α-tocoferol sintético (180 mg o 360 mg de RRR-α-tocoferol) por una mediana de 18 meses redujo dramáticamente la ocurrencia de infartos al miocardio no-fatales en un 77%. Sin embargo, la suplementación con vitamina E no redujo significantemente las muertes totales o relacionadas a lo cardiovascular (45).

Otro estudio pequeño en pacientes con insuficiencia renal — la Prevención Secundaria con Antioxidantes de las enfermedades cardiovasculares en la enfermedad renal terminal (ERT) — encontró que la suplementación con 800 UI (536 mg)/día de RRR-α-tocoferol por un promedio de 1.4 años redujo significantemente el riesgo de infarto al miocardio en comparación al placebo (46). Un estudio controlado aleatorio más reciente sugirió que la suplementación con vitamina E puede beneficiar un subgrupo de pacientes con diabetes mellitus tipo 2. El estudio multicéntrico por Milman et al. (47) fue conducido en 1,434 diabéticos tipo 2 (≥55 años de edad) que llevaban una variante especifica de la proteína haptoglobina (Hp), Hp2-2, la cual tiene una menor eficacia para unir y remover la hemoglobina pro-oxidante libre del plasma, en comparación a las variantes Hp-1 y Hp1-2. La suplementación diaria con 400 UI (268 mg) de RRR-α-tocoferol por 18 meses resulto en un riesgo menor de infarto al miocardio en comparación al placebo (47).

Otros ensayos de intervención de gran escala conducidos en fumadores de cigarrillos (el estudio ATBC-Alpha-Tocopherol, Beta-Carotene cancer prevention (48)), en individuos en riego de ECV (the Heart Outcomes Prevention Evaluation [HOPE]-The Ongoing Outcomes [HOPE-TOO study] (49)), o en pacientes que han sufrido un infarto al miocardio (ensayo GISSI-prevenzione - Gruppo Italiano per lo Studio della Sopravvivenza nell’Infarto miocárdico (50)) fallaron en encontrar reducciones significantes del riesgo de ECV con la suplementación de α-tocoferol. Además, efectos potencialmente dañinos de la suplementación con vitamina E fueron reportados en el riesgo de accidentes cerebrovasculares hemorrágicos en el ensayo ATBC y en el riesgo de insuficiencia cardiaca en los ensayos HOPE y GISSI (véase Seguridad) (48-50).

Cáncer

El daño oxidativo al ADN por los radicales libres puede conducir a mutaciones que pueden contribuir a causar cáncer (51). Debido a su habilidad para neutralizar radicales libres, ha sido sugerido que la vitamina E posee actividad anticancerígena al proteger las células contra el daño oxidativo. A pesar de todo, varios estudios de cohorte prospectivos de gran escala han fallado en encontrar asociaciones significantes entre la ingesta de vitamina E y la incidencia de cáncer pulmonar o de seno (2). Más recientemente, el estudio VITAL (the VITamins And Lifestyle study) prospectivamente evaluó la asociación entre el uso a largo plazo de vitaminas suplementarias (ingesta de 10 años) y el riesgo de cáncer de pulmón en una cohorte de 77,126 hombres y mujeres (52). No se reportaron relaciones entre la ingesta de multivitaminas, vitamina C, vitamina E, o folato y el riesgo de cáncer de pulmón. Sin embargo, el uso de vitamina E suplementaria en fumadores actuales, pero no en exfumadores fue asociado con un incremento del 11% del riesgo de cáncer de pulmón por cada incremento de 100 mg/día, y las ingestas mayores de 215 mg/día fueron específicamente ligadas a un incremento del 29% en el riesgo de cáncer pulmonar de células no pequeñas (52).

Hasta la fecha, la mayoría de los ensayos clínicos han fallado en encontrar algún efecto beneficioso de la suplementación con vitamina E en el riesgo de varios cánceres. Un ensayo aleatorio controlado con placebo en 39,876 mujeres participantes en el Estudio de Salud de las Mujeres (Women's Health Study) encontró que la suplementación con 600 UI (400 mg) de RRR-α-tocoferol cada dos días por 10 años no tuvo efecto alguno en la incidencia de cáncer en general, incidencia de cáncer de tejido especifico, o en las muertes relacionadas con cáncer (37). A pesar de todo, los resultados de unos pocos ensayos controlados aleatorios han sugerido que la suplementación con vitamina E podría afectar el riesgo de cáncer de próstata. El estudio de prevención del cáncer Alfa-Tocopherol Beta-Caroteno (ATBC) fue un ensayo controlado con placebo, aleatorio, doble ciego de cuatro brazos diseñado para investigar el efecto de la suplementación con α-tocoferol en el desarrollo del cáncer pulmonar en 29,133 fumadores masculinos. El estudio encontró una reducción del 32% en la incidencia de cáncer de próstata en participantes a los que se les administro diariamente con suplementos de 50 mg de α-tocoferol sintético (equivalente a 25 mg de RRR-α-tocoferol) únicamente, o en combinación con β-caroteno en comparación con aquellos a los que se les administro β-caroteno únicamente o un placebo (53). Sin embargo, no se encontraron diferencia en la incidencia de cáncer de próstata entre los que recibieron α-tocoferol y los que no lo recibieron durante el periodo de post-intervención de 18 años (54). En el estudio PHS II (Physicians’ Health Study II), el cual dio seguimiento a 14,641 hombres sanos de 50 años de edad y mayores, la suplementación con 400 UI de vitamina E sintética (equivalente a 180 mg de RRR-α-tocoferol) cada dos días por ocho años no tuvo efecto en el riesgo de cáncer de próstata, otros canceres de sitio especifico, o en el cáncer total (55). En el ensayo multicéntrico, aleatorio controlado con placebo SELECT (SELenium and vitamin E Cancer prevention Trial), la suplementación con vitamina E (equivalente a 180 mg/día de RRR-α-tocoferol), únicamente o en combinación con selenio, fue detenida porque no había evidencia de algún beneficio en la prevención del cáncer de próstata en 35,533 hombres sano de 50 años de edad y mayores (56). Después de un seguimiento medio de siete años, se encontró que el riesgo de cáncer de próstata había incrementado significantemente en un 17% en participantes suplementados solo con vitamina E durante el periodo del ensayo — pero no cuando la vitamina E era combinada con selenio — en comparación al placebo (57). Un estudio de casos frente a individuos de una sub-cohorte extraídos del estudio SELECT evaluó el efecto de la suplementación con vitamina E y/o selenio en el riesgo de cáncer de próstata en relación a el estatus de selenio de los participantes al inicio del estudio (58). El selenio suplementario con o sin vitamina E estuvo asociado con un significante incremento en el riesgo de cáncer de próstata avanzado en individuos con un estatus de selenio más alto frente aquellos con uno más bajo. Además, los riesgos de cáncer de próstata total y avanzado fueron significantemente elevados con la suplementación con vitamina E en sujetos con estatus de selenio más bajos frente aquellos con estatus más altos (58). Investigaciones recientes han sugerido que variaciones en la secuencia (polimorfismos) de genes relacionados a la vitamina E y genes que codifican para las enzimas antioxidantes, incluyendo selenoproteínas, podrían modificar el impacto de dosis altas de vitamina E y selenio en el riesgo de cáncer de próstata (59-61).

Cataratas

Las cataratas relacionadas a la edad parecen ser el resultado de la oxidación de proteínas en el cristalino (lente) del ojo; antioxidantes como el α-tocoferol podrían proteger el cristalino contra el daño oxidativo proveniente de especies reactivas de oxígeno. En un reciente estudio de corte transversal, se encontró que las concentraciones de vitamina E eran más bajas en el cristalino y en la sangre de los sujetos con cataratas seniles nucleares, pero no corticales cuando se comparó con un grupo de control de la misma edad (62). Sin embargo, estudios tempranos reportaron altas concentración de vitamina E en el cristalino y sangre de pacientes con cataratas (63, 64).

Los resultados de varios estudios basados en la observación que examinaron la asociación entre el consumo de vitamina E y la incidencia o severidad de las cataratas son también mixtos. Algunos reportaron que la ingesta incrementada de vitamina E protegió contra el desarrollo de las cataratas, mientras que otros no encontraron alguna asociación (65). Por otra parte, un meta-análisis de ocho estudios, incluyendo 15,021 participantes, encontró una reducción del 17% en el riesgo de cataratas seniles en sujetos en el cuantil más alto de la ingesta dietaría de vitamina frente aquellos en el cuantil más bajo (66). Un reciente estudio de cohorte prospectivo de 31,120 hombres suecos con un seguimiento promedio de 8.4 años observó un riesgo más alto de desarrollar cataratas en usuarios ocasionales y regulares de altas dosis (alrededor de 100 mg/día) de suplementos de solo vitamina E, cuando se comparó con usuarios que no consumían suplementos (67). Sin embargo, no se encontró que el uso de vitamina E suplementaria en altas dosis con suplementos adicionales o el uso de suplementos multivitamínicos que contienen vitamina E en bajas dosis estuviera asociado con un riesgo elevado de cataratas. Un meta-análisis basado en datos de más de 350,00 participantes en 10 estudios — incluyendo el estudio citado previamente por Zheng Selin et. Al. (67) — no encontró asociación alguna entre la vitamina E suplementaria y el riesgo de cataratas (66).

En situaciones clínicas se encontró que la suplementación con altas dosis de vitamina E — sola o en adición a otros suplementos — era segura, aunque los beneficios con respecto al riesgo de cataratas o progresión fueron limitados. Un ensayo de intervención temprano encontró que un suplemento diario de 50 mg de α-tocoferol sintético (equivalente s 25 mg de RRR-α-tocoferol) no alteró la incidencia de cirugías de cataratas en fumadores masculinos (68). Un ensayo de intervención, aleatorio, controlado con placebo en 4,629 hombres y mujeres encontró que un suplemento antioxidante diario que contenía 500 mg de vitamina C, 400 UI de acetato de todo-rac-α-tocoferol (equivalente a 180 mg de RRR-α-tocoferol), y 15 mg de β-caroteno no afectó el desarrollo y progresión de las cataratas seniles sobre un periodo de siete años (69). Similarmente, un estudio de cuatro brazos controlado con placebo, aleatorio, de 11,267 hombres provenientes del ensayo SELECT falló en observar una reducción en la incidencia de cataratas con 400 UI/día de acetato de todo-rac-α-tocoferol suplementario (180 mg/día de RRR-α-tocoferol), solo o en combinación con selenio (200 μg/día), durante un seguimiento promedio de 5.6 años (70). La suplementación diaria de antioxidantes con 500 mg de vitamina C, 400 UI (268 mg) de RRR-α-tocoferol, y 15 g de β-caroteno no limitó la progresión de cataratas en un ensayo de intervención de cinco años (71). Otro ensayo aleatorio controlado con placebo de cuatro años reportó que los suplementos que contenían 500 UI/día (335 mg/día) de RRR-α-tocoferol no redujeron la incidencia o progresión de cataratas en adultos mayores (72). Datos actuales disponibles de ensayos clínicos no apoyan un efecto preventivo de la vitamina E en las cataratas.

Tratamiento de Enfermedades

Degeneración macular relacionada con la edad

Un reciente análisis combinado de cuatro ensayos controlados aleatorios en 62,520 sujetos encontró que la vitamina E o β-caroteno suplementarios no redujeron el riesgo de desarrollar degeneración macular relacionada a la edad (AMD), una enfermedad multifactorial que afecta el área central de la retina (73). Sin embargo, una revisión de datos actualmente disponibles sugirió que los suplementos de antioxidantes más zinc podrían reducir la progresión de AMD y la perdida de la visión en individuos afectados (74). La evidencia principal provino de un Estudio de la Enfermedad Ocular Relacionada con la Edad (AREDS). En este ensayo clínico, los participantes con degeneración molecular relacionada a la edad (AMD) marginal a avanzada fueron aleatoriamente seleccionados para recibir (1) placebo; (2) vitaminas antioxidantes (15 mg/día de β-caroteno, 500 mg/día de ácido ascórbico, y 400 UI/día de acetato de todo-rac-α-tocoferol); (3) zinc (80 mg/día) y cobre (2 mg/día); o (4) ambos cobre y zinc y vitaminas antioxidantes (75). Los resultados de cinco años indicaron que el riesgo de desarrollar AMD avanzada fue significantemente reducido en aquellos que tomaron zinc con o sin vitaminas antioxidantes. Las vitaminas antioxidantes solas fallaron en prevenir la progresión de la AMD a avanzada, incluso en individuos en un riesgo más alto. Se concluyó a partir de este estudio que una combinación de vitaminas antioxidantes y minerales podría beneficiar a las personas con AMD intermedia o AMD avanzada en un ojo (74, 76).

Diabetes mellitus tipo 2

El estrés oxidativo contribuye a la progresión de la diabetes mellitus tipo 2 y causa daño a muchos órganos y tejidos, incluyendo el páncreas, cerebro, ojos, nervios periféricos, y riñones. Evidencia proveniente de estudios en animales sugiere que la suplementación con vitamina E podría mitigar el papel del daño oxidativo en la ocurrencia de complicaciones de la diabetes (revisado en 77). En el ensayo ATBC (Alpha-Tocopherol Beta-Carotene) para la prevención del cáncer en fumadores masculinos, la suplementación con 50 mg/día de α-tocoferol sintético (25 mg/día de RRR-α-tocoferol) no tuvo efecto en el riesgo de incidencia de diabetes mellitus tipo 2 durante el seguimiento de post-intervención de 19 años. Así mismo, la ingesta de vitamina E durante el ensayo no produjo diferencia alguna en la incidencia de complicaciones macrovasculares o mortalidad en participantes con diabetes tipo 2 establecida (78). Además, un meta-análisis de 14 ensayos controlados aleatorios heterogéneos, incluyendo 714 individuos con diabetes tipo 2, encontró que la suplementación con vitamina E (200-1,800 UI/día por 6-27 semanas) no tuvo efecto en los marcadores del control glucémico, incluyendo el nivel de hemoglobina glicosilada A1c (HbA1c) y las mediciones de glucosa en ayunas y concentraciones de insulina en ayunas (79). Análisis de subgrupo posteriores indicaron que las dosis más altas de vitamina E (>400 UI/día) suplementada por largos periodos (>12 semanas) redujeron significantemente el nivel de HbA1c y la concentración de insulina en ayunas, sugiriendo que la vitamina E podría posiblemente mejorar la acción de la insulina y eliminación de glucosa en individuos con diabetes tipo 2 (79). Otro meta-análisis reciente de ensayos controlados aleatorios encontró que la función endotelial en pacientes con diabetes tipo 2 con pesos normales y con sobrepeso — pero no obesos — fue significantemente mejorada por la suplementación con vitamina E y/o vitamina C (80). Aunque existe una razón para sospechar que la suplementación con vitamina E puede tener utilidad en el manejo de la diabetes tipo 2, evidencia de beneficios proveniente de ensayos clínicos bien controlados de gran escala es aun escaza.

Enfermedades del hígado graso

La creciente incidencia de enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD por sus siglas en inglés) en niños y adultos en países industrializados es mayormente atribuida a la epidemia en curso de obesidad y diabetes mellitus tipo 2. La NAFLD resulta de la acumulación anormal de grasa (esteatosis) en el hígado en la ausencia de un alto consumo de alcohol. Aunque la condición se considera en gran medida benigna, la NAFLD puede progresar a una enfermedad más severa llamada esteatohepatitis no alcohólica (EHNA) con riesgos incrementados de cirrosis, carcinoma hepatocelular (cáncer de hígado), y enfermedades cardiovasculares (81). Se piensa que el estrés oxidativo es uno de los posibles mecanismos responsables por estimular los procesos inflamatorios que pueden conducir a la progresión de NAFLD a EHNA.

No existe un tratamiento actual establecido para la NAFLD y EHNA que no sean intervenciones que fomenten cambios en el estilo de vida y el uso de medicinas para controlar o tratar desordenes metabólicos (82). En el ensayo multicéntrico PIVENS (PIoglitazone versus Vitamin E versus placebo for the treatment of Nonalcoholic Steatohepatitis), 247 sujetos no diabéticos con EHNA fueron aleatoriamente seleccionados para recibir 30 mg/día de pioglitazona (un fármaco sensibilizador de insulina), 800 UI/día (536 mg/día) de RRR-α-tocoferol, o un placebo por 96 semanas (83). Solo la suplementación con vitamina E significantemente incremento en general la tasa de mejoría en las anomalías histológicas que caracterizan la EHNA en las biopsias de hígado (es decir, hinchamiento hepatocelular, esteatosis e inflamación lobular) (84). Ambos tratamientos activos mejoraron algunos marcadores de la función hepática (es decir, alanina aminotransferasa y aspartato aminotransferasa) (84). Por otra parte, resultados provenientes de otro ensayo controlado aleatorio de dos años — llamado TONIC por Treatment Of Nonalcoholic fatty liver disease In Children — en 173 niños (edades, 8-17 años) con NAFLD fallaron en observar alguna reducción significante en las concentraciones sanguíneas de alanina y aspartato aminotransferasas tanto con la vitamina E suplementaria (536 mg/día de RRR-α-tocoferol) como con metformina (un fármaco anti-diabético; 1,000 mg/día) en comparación al placebo (85). Sin embargo, la suplementación con vitamina E significantemente mejoró la puntuación de la actividad de la enfermedad en general — usada para cuantificar la severidad de la enfermedad. Además, un reciente meta-análisis de otros seis ensayos encontró que la vitamina E disminuyo significantemente las concentraciones circulantes de aminotransferasa en pacientes con NAFLD y EHNA, sugiriendo mejorías de la función hepática (86). Finalmente, en un estudio controlado, no-aleatorio, no-ciego de menor escala en 42 niños obesos (edad promedio, 8 años) con NAFLD, recomendaciones de estilo de vida en combinación con 600 mg/día de acetato de RRR-α-tocoferol por seis meses redujeron los marcadores del estrés oxidativo y la disfunción del hígado y mejoró la sensibilidad a la insulina y el perfil de lípidos en la sangre, en comparación al valor basal. Tales cambios en los marcadores del estrés oxidativo, la función hepática, y la utilización de glucosa no fueron reportados en el único grupo de intervención de estilo de vida (87).

Deterioro cognitivo y enfermedad de Alzheimer

Se piensa que la disfunción mitocondrial y el estrés oxidativo contribuyen a la aparición y/o progresión de varias enfermedades neurodegenerativas, especialmente la enfermedad de Alzheimer (EA) (88). La degeneración progresiva de las células neuronales que acompañan el declive de la memoria y otras funciones cognitivas en sujetos con la enfermedad de Alzheimer está asociada con una agregación intracelular de fibrillas Tau, una acumulación extraneuronal de péptidos β-amiloides en las placas seniles, y un desequilibrio de oxidación-reducción (redox) de etiología compleja. En el cerebro de los pacientes con deterioro cognitivo leve (DCL) y aquellos con EA, el nivel de marcadores del daño oxidativo al ADN, proteínas, y los lípidos es incrementado, mientras que la expresión y actividades del glutatión y las enzimas antioxidantes son reducidas (revisado en 88). Además, un reciente meta-análisis reporto que las concentraciones circulantes de vitaminas, incluyendo vitamina A, vitamina C, y vitamina E, fueron significativamente más bajas en pacientes con EA que en individuos cognitivamente saludables (89). Otros estudios han documentado bajas concentraciones de vitamina E en el fluido cerebroespinal de pacientes con deterioro cognitivo (revisado en 90).

Debido a que una reducción en el estrés oxidativo podría ayudar a mantener el estatus cognitivo y/o prevenir el deterioro, los efectos de la suplementación con vitamina E han sido evaluados en unos pocos estudios de intervención. Un estudio temprano controlado con placebo, aleatorio, multicéntrico en individuos con EA de severidad moderada encontró que la suplementación con 2,000 UI/día de todo-rac-α-tocoferol (equivalente a 900 mg/día de RRR-α-tocoferol) por dos años significantemente retrasó el declive cognitivo, ralentizó la progresión de la enfermedad, e incremento la supervivencia media (91). Sin embargo, un ensayo controlado con placebo en 769 pacientes con DCL encontró que la misma dosis de vitamina E no afecto la probabilidad de la progresión de DCL a EA sobre un periodo de tres años (92). En otro ensayo controlado con placebo, doble ciego, una mejora en el rendimiento cognitivo — medido por el sistema de puntuación del Mini Examen del Estado Mental (MEEM) — fue reportada en pacientes con EA que aleatoriamente recibieron 800 UI/día de todo-rac-α-tocoferol (360 mg/día de RRR-α-tocoferol) por seis meses solo cuando el tratamiento efectivamente redujo el estrés oxidativo (evaluado por la medición de glutatión total y marcadores de peroxidación lipídica en la sangre) (93). Por el contrario, un fracaso en la reducción del estrés oxidativo dio como resultado que la vitamina E suplementaria fuera más perjudicial para la función cognitiva de pacientes con EA que el placebo. En el estudio multicéntrico, aleatorio, doble ciego, controlado con placebo más reciente, la vitamina E suplementaria (2,000 UI/día; la forma de la vitamina E no es mencionada en la publicación) por más de dos años significativamente retrasó el declive funcional — determinado por la (in)capacidad para realizar actividades básicas de la vida diaria — y redujo la tasa de mortalidad anual en pacientes como enfermedad de Alzheimer moderada (94). A pesar de todo, la vitamina E fallo en afectar el rendimiento cognitivo medido con puntuaciones del MEEM y otras pruebas de habilidad cognitiva.

Mientras que existe poca evidencia que sugiera que la suplementación a largo plazo de vitamina E provee de algunos beneficios cognitivos en adultos mayores sanos (95), investigación adicional necesita confirmar si la suplementación con vitamina E podría beneficiar el manejo de pacientes con deterioros cognitivos de leve-a-moderados.

Fuentes

Fuentes alimenticias

Las principales fuentes de α-tocoferol en la dieta americana incluyen aceites vegetales (aceite de oliva, girasol, y cártamo), nueces, granos enteros, y vegetales de hoja verde. Las ocho formas de vitamina E (α-, β-, γ-, y δ-tocoferoles y α-, β-, γ-, y δ-tocotrienoles) están presentes naturalmente en los alimentos de origen vegetal, pero en cantidades variables. La Tabla 2 lista el contenido de α-tocoferol y γ-tocoferol (en miligramos) en varias fuentes ricas en vitamina E. Para más información sobre el contenido de vitamina E de los alimentos, revise la base de datos de composición de los alimentos de la USDA.

Tabla 2. Algunas Fuentes Alimenticias de Vitamina E
Alimento Porción α-Tocoferol (mg) γ-Tocoferol (mg)
Aceite de girasol 1 cucharada 5.6 0.6
Aceite de cártamo 1 cucharada 4.6 -
Aceite de semillas de uvas 1 cucharada 3.9 -
Aceite de canola 1 cucharada 2.4 3.8
Aceite de maíz 1 cucharada 1.9 -
Aceite de oliva 1 cucharada 1.9 0.1
Aceite de soya 1 cucharada 1.1 8.7
Semillas de girasol, asadas secas 1 onza 7.4 0
Almendras 1 onza 7.3 0.2
Avellanas 1 onza 4.3 0
Cacahuates 1 onza 2.4 2.4
Nueces pecanas 1 onza 0.4 6.9
Mantequilla de cacahuate, blanda 2 cucharadas 3.2 -
Salsa de tomate, enlatada 1 taza 3.5 0.2
Jugo de arándanos 1 taza (8 fl oz) 3.0 -
Albaricoques, secos ½ taza (mitades) 2.8 0
Aguacate (California) 1 fruto 2.7 0.4
Pescado, trucha arcoíris, cocido, seco al calor 3 onzas 2.4 0
Espinacas, cocidas, hervidas ½ taza 1.9 -
Espárragos, enlatados ½ taza 1.5 -
Acelgas, cocidas, hervidas ½ taza (picadas) 1.6 -
Brócoli, cocido, hervido ½ taza (picado) 1.1 -
Moras, crudas ½ taza 0.8 0.3

En los EE.UU., la ingesta promedio de α-tocoferol proveniente de los alimentos (incluyendo fuentes enriquecidas y fortalecidas) para los adultos (≥19 años de edad) es de 7.2 mg/día (25); este nivel está por debajo de la IDR de 15 mg/día de α-tocoferol (véase Tabla 1). Mientras que parece factible para los individuos satisfacer la IDR a partir de solo los alimentos, los americanos tendrían que apartarse de sus prácticas dietarías actuales e incluir ingestas mayores de nueces, semillas, frutos y vegetales sin incrementar la ingesta de grasas por arriba de los niveles recomendados (96).

Suplementos

El RRR-α-tocoferol es la única forma estereoisómera del α-tocoferol encontrada en alimentos no fortificados. Lo mismo no siempre es cierto para los suplementos nutricionales. La vitamina E generalmente contiene de 100 UI a 1,000 UI de α-tocoferol. Los suplementos hechos completamente de fuentes naturales contienen solo RRR-α-tocoferol (también denominado d-α-tocoferol). El RRR-α-tocoferol es la forma más biodisponible de α-tocoferol en el cuerpo. El α-tocoferol sintético, el cual frecuentemente se encuentra en alimentos fortificados y suplementos nutricionales y usualmente se etiqueta como todo-rac-α-tocoferol o dl-α-tocoferol, incluye los ocho posibles isómeros del α-tocoferol (véase Función). Debido a que la mitad de los isómeros presentes como una mezcla en el α-tocoferol sintético no son utilizables por el cuerpo, el α-tocoferol sintético es menos biodisponible y que el α-tocoferol natural (véase Figura 1). Para calcular la cantidad (en miligramos) de α-tocoferol biodisponible presente en un suplemento, los factores de conversión son los siguientes:

  • Suplementos que contienen vitamina E natural (RRR-α-tocoferol)
    UI de RRR-α-tocoferol x 0.67 = mg de RRR-α-tocoferol
    Ejemplo: 100 UI de vitamina E natural proporciona 67 mg de RRR-α-tocoferol
  • Suplementos que contienen vitamina E sintética (todo-rac-α-tocoferol):
    UI de todo-rac-α-tocoferol x 0.45 = mg de RRR-α-tocoferol
    Ejemplo: 100 UI de vitamina E sintética proporciona 45 mg de RRR-α-tocoferol

Además, los alimentos fortificados con vitamina E frecuentemente contienen α-tocoferol sintético, y las cantidades de vitamina E son proporcionad como un porcentaje del valor diario (VD) de 30 UI (aproximadamente 20 mg de RRR-α-tocoferol)

Ésteres α-tocoferilos

El succinato de α-tocoferilo y acetato de α-tocoferilo son las formas esterificadas de la vitamina E en los suplementos nutricionales. Los ésteres del tocoferol son más resistentes a la oxidación durante el almacenamiento que los tocoferoles no esterificados (1). Cuando se toman de manera oral, el grupo funcional succinato o acetato se remueve del α-tocoferol en el intestino. La biodisponibilidad del α-tocoferol a partir del succinato de α-tocoferilo y del acetato de α-tocoferilo, es equivalente a la del α-tocoferol libre (97). Por lo tanto, los factores de conversión usados para determinar la cantidad de α-tocoferol biodisponible proporcionada por el succinato de α-tocoferilo y acetato de α-tocoferilo son los mismos que aquellos usados para el α-tocoferol (vease arriba) (2). Los estudios de cultivos celulares indicaron que el éster de vitamina E, succinato de α-tocoferilo, pudo inhibir la proliferación e inducir apoptosis en un número de líneas celulares cancerígenas (12). Datos limitados provenientes de modelos en animales del cáncer, encontraron que el succinato de α-tocoferilo administrado a través de inyecciones inhibió el crecimiento del tumor (98). Actualmente no existe evidencia en humanos de que tomar suplementos de succinato de α-tocoferilo de forma oral entregue succinato de α-tocoferilo a los tejidos. Es de destacarse que la investigación actual indaga las nanomedicinas para incrementar la biodisponibilidad del succinato de α-tocoferilo antes de explorar los beneficios putativos en el entorno clínico (98).

El nicotinato de α-tocoferilo es otro éster de α-tocoferol formado a partir del α-tocoferol sintético y el ácido nicotínico (niacina). Mientras que el nicotinato de α-tocoferilo puede ser prescrito como un agente hipolipemiante en Europa y Japón, este es comercializado solo como un suplemento en los EE.UU. (99).

Fosfatos de α-tocoferilo (Ester-E®)

No existe actualmente evidencia publicada de que los suplementos que contienen fosfatos de α-tocoferilo sean más eficientemente absorbidos o que tengan una mayor biodisponibilidad en humanos que los suplementos que contienen α-tocoferol (99).

Otras formas suplementarias

Los suplementos que contienen γ-tocoferol, una mezcla de tocoferoles, o tocotrienoles están también disponibles comercialmente (99). La cantidad de α- y γ-tocoferol en los suplementos con mezclas de tocoferoles varia, por eso es importante leer el etiquetado para determinar la cantidad de cada tocoferol presente en una capsula.

Seguridad

Toxicidad

Se han registrado pocos efectos secundarios en adultos que toman diariamente suplementos de menos de 2,000 mg de α-tocoferol (ya sea vitamina E natural o sintética). Sin embargo, la mayoría de los estudios que evalúan los problemas de seguridad o toxicidad de la suplementación con α-tocoferol han durado de sólo unas pocas semanas hasta unos cuantos meses, y los efectos secundarios asociados con la suplementación a largo plazo con α-tocoferol no han sido estudiados adecuadamente. La posibilidad más preocupante es la probabilidad de una alteración de la coagulación de la sangre, la cual aumenta la probabilidad de hemorragia en algunos individuos. Un meta-análisis de ensayos controlados aleatorios encontró que la suplementación diaria con vitamina E — equivalente a 25 a 536 mg/día de RRR-α-tocoferol — por varios años resultó en una reducción significante del 10% en el riesgo de accidentes cerebrovasculares isquémicos (cinco ensayos, 91,393 participantes) y una tendencia no significante hacia un riesgo incrementado de accidentes cerebrovasculares hemorrágicos (cinco ensayos, 100,748 participantes) (100).

Un nivel máximo de ingesta tolerable (NM) para cualquiera de los suplementos de α-tocoferol (todos los posibles estereoisómeros) ha sido establecido por la Junta de Nutrición y Alimentos del Instituto de Medicina para la prevención del riesgo potencial de hemorragia (Tabla 3). Especialmente, el NM de 1,000 mg/día de α-tocoferol en cualquiera de las formas suplementarias (equivalente a 1,500 UI/día de RRR-α-tocoferol o a 1,100 UI/día de todo-rac-α-tocoferol) correspondiente a la dosis más alta menos propensa en resultar en hemorragia en casi todos los adultos (2). Aunque solo ciertos isómeros de α-tocoferol son retenidos en la circulación, todas las formas son absorbidas y metabolizadas por el hígado. Por lo tanto, la justificación por la cual un NM que se refiere a todos los estereoisómeros de α-tocoferol está basado en el hecho de que cualquier forma de α-tocoferol (natural o sintética) puede ser absorbida y de esta manera ser potencialmente dañina.

Tabla 3. Nivel Máximo de Ingesta Tolerable (NM) para el α-Tocoferol*
Grupo Etario mg/día#
Infantes 0-12 meses  No es posible establecerlo##
Niños 1-3 años 200
Niños 4-8 años 300
Niños 9-13 años 600
Adolescentes 14-18 años 800
Adultos 19 años y más 1,000
*El NM para el α-tocoferol se aplica a todos los estereoisómeros del α-tocoferol (natural o sintético) encontrados en suplementos y alimentos fortificados.
#Debe notarse que los factores de conversión de mg-a-UI son tales que el NM en UI para el tocoferol sintético (todo-rac-α-tocoferol) es 1.10 veces el NM en mg, y el NM en UI para el tocoferol natural (RRR-α-tocoferol) es 1.50 veces el NM en mg. Por lo tanto, la cantidad del NM de 1,000 mg para los adultos corresponde a 1,100 UI de tocoferol sintético o 1,500 UI de tocoferol natural.
##La fuente de la ingesta debiese provenir solamente de alimentos o fórmula.

Algunos doctores recomiendan descontinuar la suplementación con vitamina E en altas dosis de dos a cuatro semanas antes de una cirugía electiva — incluyendo procedimientos dentales — para disminuir el riesgo de hemorragia (99).

Debido a que la vitamina E dietaría es esencial para prevenir la deficiencia de vitamina E en los recién nacidos, la vitamina E debe suministrarse en soluciones de nutrición parenteral en infantes que no pueden ser alimentos de forma enteral, como los infantes nacidos prematuramente. Por otra parte, los infantes prematuros parecen ser especialmente vulnerables a los efectos adversos de la suplementación con α-tocoferol, y la vitamina E suplementaria debe ser administrada solo bajo supervisión controlada por un pediatra (101).

Finalmente, los resultados de solo un ensayo controlado aleatorio en 601 pacientes con formas comunes de retinitis pigmentosa (RP) indicaron que la suplementación con 400 UI/día de vitamina E sintética (equivalente a 180 mg/día de RRR-α-tocoferol) modestamente pero significantemente aceleró la perdida de la función de la retina en comparación al placebo (22). Pacientes con formas comunes de RP debiesen por lo tanto evitar tomar suplementos con altas dosis de vitamina E si no están deficientes de vitamina E (véase Deficiencia).

¿La suplementación con vitamina E incrementa el riesgo de mortalidad por todas las causas?

Un estudio basado en la observación prospectivo en más de 4,000 participantes del Estudio del Corazón de Framinhgam y del Estudio de los Descendientes de Framinhgam — con o sin enfermedades cardiovasculares preexistentes — no encontró una asociación estadísticamente significante entre la ingesta de suplementos de vitamina E y la mortalidad cardiovascular o por todas las causas después de un periodo de seguimiento de 10 años (102). Sin embargo, además de los reportes del riesgo incrementado de hemorragia e insuficiencia cardiaca con vitamina E suplementaria en varios estudios controlados aleatorios (véase Enfermedades cardiovasculares), un meta-análisis por Miller et al. (103) sugirió un riesgo incrementado de muerte con el uso de altas dosis de vitamina E, aun menores que el NM. Específicamente, este meta-análisis combinó los resultados de 19 ensayos clínicos de la suplementación con vitamina E que se enfocaron principalmente en la prevención secundaria y, como tal, incluyó sujetos con condiciones preexistentes incluyendo enfermedad cardiaca, insuficiencia renal en etapa terminal, y la enfermedad de Alzheimer. El estudio encontró que la suplementación diaria con al menos 400 UI de vitamina E sintética (equivalente a 180 mg de RRR-α-tocoferol) resultó en un incremento del 4% en el riesgo de muerte por cualquier causa en comparación al placebo (103). Sin embargo, el análisis de dosis-respuesta y el ajuste para la ingesta de suplementos vitamínicos y minerales posteriores indicaron que el riesgo de mortalidad por todas las causas fue significantemente incrementado en un 7% solo en dosis de 2,000 UI/día, notablemente más altas que el NM para adultos (1,100 UI/día de tocoferol sintético o 1,500 UI/día de tocoferol natural; véase Tabla 3). Adicionalmente, un meta-análisis más reciente de 46 ensayos aleatorios, incluyendo 171,244 participantes, encontró que la vitamina E suplementaria, sola o en combinación con otros antioxidantes, no altero significantemente el riesgo de mortalidad por todas las causas (104). Actualmente, no existe evidencia convincente de que la suplementación con vitamina E por debajo del NM incremente el riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares o por otras causas, especialmente en sujetos generalmente sanos. A pesar de todo, los individuos con condiciones preexistentes podrían estar en un riesgo incrementado de efectos adversos serios (incluyendo muerte) si uno considera la posibilidad de que dosis altas de vitamina E suplementaria podría interferir con medicamentos, y posiblemente disminuir su eficacia o aumentar su toxicidad (1).

Interacción con nutrientes

Las dosis altas de vitamina E pueden inhibir la actividad carboxilasa dependiente de la vitamina K e interferir con la cascada de coagulación (véase el artículo en Vitamina K) (19). Por ello, el uso de suplementos de vitamina E puede incrementar el riesgo de sangrado en individuos que toman drogas anticoagulantes, como la heparina y el antagonista de la vitamina K, la warfarina (Coumadin); fármacos antiplaquetarios, como el clopidogrel (Plavix), ticlopidina (Ticlid), tirofiban (Aggrastat), y dipiridamol (Aggrenox); y fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINE), incluyendo la aspirina, ibuprofeno, y otros. Además, los individuos que podrían estar deficientes de vitamina K debido a una insuficiencia hepática, aquellos propensos a sangrar (es decir, úlceras pépticas sangrantes), y aquellos con trastornos de la coagulación hereditarios (es decir, hemofilia) o un historial de accidente cerebrovascular hemorrágico, no debiesen tomar suplementos de α-tocoferol sin estricta supervisión médica debido al riesgo incrementado de hemorragia (20, 99). Finalmente, no se puede excluir que la vitamina E potenciaría la actividad antitrombótica de los aceites de pescado suplementarios y productos herbales, como el ajo, la curcumina o Ginkgo biloba (99).

Interacción con drogas/fármacos

Un cierto número de medicamentos que disminuyen el colesterol (como la colestiramina y el colestipol), como también el orlistat, sucralfato, aceite mineral, y el sustituto graso, olestra, los cuales interfieren con la absorción de grasas, podrían en teoría disminuir la absorción de vitaminas liposolubles, incluyendo la vitamina E. Los fármacos anticonvulsivos fenobarbital, fenitoína (Dilantin), o carbamazepina (Tegretol), podrían también disminuir las concentraciones de vitamina E del plasma en individuos con epilepsia (105).

Antioxidantes y estatinas (inhibidores de 3-hidroxi-3-metil-glutaril-CoA reductasa)

Un ensayo controlado aleatorio de 3 años en 160 pacientes con enfermedad coronaria cardiaca (ECC) y bajos niveles de lipoproteínas de alta densidad (HDL), encontró que una combinación de simvastatina (Zocor) y niacina incrementó el nivel de subfracción de HDL2 (considerado el más cardioprotector), inhibió la progresión de estenosis de arteria coronaria (estrechamiento), y disminuyó la frecuencia de eventos cardiovasculares, como infarto al miocardio y accidente cerebrovascular (106). Sorprendentemente, cuando se tomó una combinación de antioxidantes de 1,000 mg de vitamina C, 800 UI (536 mg) de RRR-α-tocoferol, 100 μg de selenio, y 25 mg de β-caroteno diariamente junto con la combinación de simvastatina-niacina, los efectos protectores fueron disminuidos. Sin embargo, un ensayo controlado aleatorio de mayor escala de simvastatina y una combinación de antioxidantes de 600 mg de todo-rac-α-tocoferol (297 mg de RRR-α-tocoferol), 250 mg de vitamina C, y 20 mg de β-caroteno diariamente en más de 20,000 hombres y mujeres con ECC o diabetes, la combinación antioxidante no afectó adversamente los efectos cardioprotectores de la terapia con simvastatina sobre un periodo de cinco años (107). Estos hallazgos contradictorios indican que es necesaria más investigación sobre las potenciales interacciones entre la suplementación antioxidante y los agentes hipocolesterolemiantes como las estatinas.

Recomendación del Instituto Linus Pauling

La Ingesta Diaria Recomendada (IDR) de la vitamina E para los hombres y mueres adultos es de 15 mg (22.5 UI) por día. Cabe destacar, que más del 90% de los individuos de 2 años de edad y mayores en los EE.UU. no alcanza el requerimiento diario de vitamina E sólo de fuentes alimenticias. Por lo tanto, el ILP recomienda que los adultos generalmente sanos (19 años de edad y mayores) tomen un suplemento multivitamínico/mineral (MVM) diario, el cual usualmente contiene 30 UI de vitamina E sintética — equivalente a 13.5 mg de RRR-α-tocoferol y 90% de la IDR.

Adultos mayores (>50 años)

La recomendación del Instituto Linus Pauling de tomar un suplemento multivitamínico/mineral (MVM) diario que contenga vitamina E es también apropiado para los adultos mayores generalmente sanos. Los MVM típicamente contienen 30 UI de vitamina E sintética, cubriendo el 90% de la IDR.


Autores y Críticos

Originalmente escrito en 2000 por: 
Jane Higdon, Ph.D.
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Actualizado en Noviembre de 2004 por:
Jane Higdon, Ph.D.
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Actualizado en Junio de 2008 por:
Victoria J. Drake, Ph.D.
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Revisado en Junio de 2008 por:
Maret G. Traber, Ph.D.
Profesor de Ciencias de la Nutrición y el Ejercicio
Investigador Principal,
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Actualizado en Mayo de 2015 por:
Barbara Delage, Ph.D.
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Reviewed in Octubre 2015 por: 
Maret G. Traber, Ph.D.
Helen P. Rumbel Profesor de Investigación de Micronutrientes, Instituto Linus Pauling
Profesor, Colegio de Salud Publica y Ciencias Humanas
Universidad Estatal de Oregon

Traducido al Español en 2017 por:  
Silvia Vazquez Lima  
Instituto Linus Pauling
Universidad Estatal de Oregon

Originalmente traducido al español en 2012 por Guillermo Sandoval y editado por Andrew Quest (Ph.D.) y Lisette Leyton (Ph.D.), todos provenientes de la Universidad de Chile. Estos esfuerzos fueron patrocinados por el projecto Anillo #ACT1111, CONICYT-Chile, programa PIA.

Derechos de autoría 2000-2024  Instituto Linus Pauling


Referencias

1.  Traber MG. Vitamin E. In: Erdman JWJ, Macdonald IA, Zeisel SH, eds. Present Knowledge in Nutrition. 10th ed. Washington, D.C.: Wiley-Blackwell; 2012:214-229.

2.  Food and Nutrition Board, Institute of Medicine. Vitamin E. Dietary reference intakes for vitamin C, vitamin E, selenium, and carotenoids. Washington, D.C.: National Academy Press; 2000:186-283.  (National Academy Press)

3.  Trpkovic A, Resanovic I, Stanimirovic J, et al. Oxidized low-density lipoprotein as a biomarker of cardiovascular diseases. Crit Rev Clin Lab Sci. 2014:1-16.  (PubMed)

4.  Davis S, Davis BM, Richens JL, et al. α-Tocopherols modify the membrane dipole potential leading to modulation of ligand binding by P-glycoprotein. J Lipid Res. 2015;56(8):1543-1550.  (PubMed)

5.  Marko MG, Ahmed T, Bunnell SC, et al. Age-associated decline in effective immune synapse formation of CD4(+) T cells is reversed by vitamin E supplementation. J Immunol. 2007;178(3):1443-1449.  (PubMed)

6.  Molano A, Meydani SN. Vitamin E, signalosomes and gene expression in T cells. Mol Aspects Med. 2012;33(1):55-62.  (PubMed)

7.  Jiang Q. Natural forms of vitamin E: metabolism, antioxidant, and anti-inflammatory activities and their role in disease prevention and therapy. Free Radic Biol Med. 2014;72:76-90.  (PubMed)

8.  Jiang Q, Christen S, Shigenaga MK, Ames BN. γ-Tocopherol, the major form of vitamin E in the US diet, deserves more attention. Am J Clin Nutr. 2001;74(6):714-722.  (PubMed)

9.  Mah E, Pei R, Guo Y, et al. γ-Tocopherol-rich supplementation additively improves vascular endothelial function during smoking cessation. Free Radic Biol Med. 2013;65:1291-1299.  (PubMed)

10.  Mah E, Pei R, Guo Y, et al. Greater γ-tocopherol status during acute smoking abstinence with nicotine replacement therapy improved vascular endothelial function by decreasing 8-iso-15(S)-prostaglandin F2α. Exp Biol Med (Maywood). 2015;240(4):527-533.  (PubMed)

11.  Ahsan H, Ahad A, Iqbal J, Siddiqui WA. Pharmacological potential of tocotrienols: a review. Nutr Metab (Lond). 2014;11(1):52.  (PubMed)

12.  Constantinou C, Papas A, Constantinou AI. Vitamin E and cancer: An insight into the anticancer activities of vitamin E isomers and analogs. Int J Cancer. 2008;123(4):739-752.  (PubMed)

13.  Fu JY, Che HL, Tan DM, Teng KT. Bioavailability of tocotrienols: evidence in human studies. Nutr Metab (Lond). 2014;11(1):5.  (PubMed)

14.  Bruno RS, Leonard SW, Park SI, Zhao Y, Traber MG. Human vitamin E requirements assessed with the use of apples fortified with deuterium-labeled α-tocopheryl acetate. Am J Clin Nutr. 2006;83(2):299-304.  (PubMed)

15.  Leonard SW, Good CK, Gugger ET, Traber MG. Vitamin E bioavailability from fortified breakfast cereal is greater than that from encapsulated supplements. Am J Clin Nutr. 2004;79(1):86-92.  (PubMed)

16.  Traber MG, Leonard SW, Bobe G, et al. α-Tocopherol disappearance rates from plasma depend on lipid concentrations: studies using deuterium-labeled collard greens in younger and older adults. Am J Clin Nutr. 2015;101(4):752-759.  (PubMed)

17.  Leonard SW, Bruno RS, Ramakrishnan R, Bray T, Traber MG. Cigarette smoking increases human vitamin E requirements as estimated by plasma deuterium-labeled CEHC. Ann N Y Acad Sci. 2004;1031:357-360.  (PubMed)

18.  Bruno RS, Leonard SW, Atkinson J, et al. Faster plasma vitamin E disappearance in smokers is normalized by vitamin C supplementation. Free Radic Biol Med. 2006;40(4):689-697.  (PubMed)

19.  Booth SL, Golly I, Sacheck JM, et al. Effect of vitamin E supplementation on vitamin K status in adults with normal coagulation status. Am J Clin Nutr. 2004;80(1):143-148.  (PubMed)

20.  Pastori D, Carnevale R, Cangemi R, et al. Vitamin E serum levels and bleeding risk in patients receiving oral anticoagulant therapy: a retrospective cohort study. J Am Heart Assoc. 2013;2(6):e000364.  (PubMed)

21.  Traber MG. Vitamin E. In: Ross AC, Caballero B, Cousins RJ, Tucker KL, Ziegler TR, eds. Modern Nutrition in Health and Disease. 11th ed. Philadelphia: Lippincott Williams & Wilkins; 2014:293-304.

22.  Berson EL, Rosner B, Sandberg MA, et al. A randomized trial of vitamin A and vitamin E supplementation for retinitis pigmentosa. Arch Ophthalmol. 1993;111(6):761-772.  (PubMed)

23.  Iwasa K, Shima K, Komai K, Nishida Y, Yokota T, Yamada M. Retinitis pigmentosa and macular degeneration in a patient with ataxia with isolated vitamin E deficiency with a novel c.717 del C mutation in the TTPA gene. J Neurol Sci. 2014;345(1-2):228-230.  (PubMed)

24.  Ford ES, Sowell A. Serum α-tocopherol status in the United States population: findings from the Third National Health and Nutrition Examination Survey. Am J Epidemiol. 1999;150(3):290-300.  (PubMed)

25.  Fulgoni VL, 3rd, Keast DR, Bailey RL, Dwyer J. Foods, fortificants, and supplements: Where do Americans get their nutrients? J Nutr. 2011;141(10):1847-1854.  (PubMed)

26.  Shamim AA, Schulze K, Merrill RD, et al. First-trimester plasma tocopherols are associated with risk of miscarriage in rural Bangladesh. Am J Clin Nutr. 2015;101(2):294-301.  (PubMed)

27.  Wright ME, Lawson KA, Weinstein SJ, et al. Higher baseline serum concentrations of vitamin E are associated with lower total and cause-specific mortality in the Alpha-Tocopherol, Beta-Carotene Cancer Prevention Study. Am J Clin Nutr. 2006;84(5):1200-1207.  (PubMed)

28.  Wu D, Meydani SN. Age-associated changes in immune function: impact of vitamin E intervention and the underlying mechanisms. Endocr Metab Immune Disord Drug Targets. 2014;14(4):283-289.  (PubMed)

29.  De la Fuente M, Hernanz A, Guayerbas N, Victor VM, Arnalich F. Vitamin E ingestion improves several immune functions in elderly men and women. Free Radic Res. 2008;42(3):272-280.  (PubMed)

30.  Meydani SN, Meydani M, Blumberg JB, et al. Vitamin E supplementation and in vivo immune response in healthy elderly subjects. A randomized controlled trial. JAMA. 1997;277(17):1380-1386.  (PubMed)

31.  Pallast EG, Schouten EG, de Waart FG, et al. Effect of 50- and 100-mg vitamin E supplements on cellular immune function in noninstitutionalized elderly persons. Am J Clin Nutr. 1999;69(6):1273-1281.  (PubMed)

32.  Meydani SN, Leka LS, Fine BC, et al. Vitamin E and respiratory tract infections in elderly nursing home residents: a randomized controlled trial. JAMA. 2004;292(7):828-836.  (PubMed)

33.  Knekt P, Reunanen A, Jarvinen R, Seppanen R, Heliovaara M, Aromaa A. Antioxidant vitamin intake and coronary mortality in a longitudinal population study. Am J Epidemiol. 1994;139(12):1180-1189.  (PubMed)

34.  Kushi LH, Folsom AR, Prineas RJ, Mink PJ, Wu Y, Bostick RM. Dietary antioxidant vitamins and death from coronary heart disease in postmenopausal women. N Engl J Med. 1996;334(18):1156-1162.  (PubMed)

35.  Rimm EB, Stampfer MJ, Ascherio A, Giovannucci E, Colditz GA, Willett WC. Vitamin E consumption and the risk of coronary heart disease in men. N Engl J Med. 1993;328(20):1450-1456.  (PubMed)

36.  Stampfer MJ, Hennekens CH, Manson JE, Colditz GA, Rosner B, Willett WC. Vitamin E consumption and the risk of coronary disease in women. N Engl J Med. 1993;328(20):1444-1449.  (PubMed)

37.  Lee IM, Cook NR, Gaziano JM, et al. Vitamin E in the primary prevention of cardiovascular disease and cancer: the Women's Health Study: a randomized controlled trial. JAMA. 2005;294(1):56-65.  (PubMed)

38.  Glynn RJ, Ridker PM, Goldhaber SZ, Zee RY, Buring JE. Effects of random allocation to vitamin E supplementation on the occurrence of venous thromboembolism: report from the Women's Health Study. Circulation. 2007;116(13):1497-1503.  (PubMed)

39.  Violi F, Pignatelli P. Letter by Violi and Pignatelli regarding article, "Effects of random allocation to vitamin E supplementation on the occurrence of venous thromboembolism: report from the Women's Health Study". Circulation. 2008;117(15):e312; author reply e313.  (PubMed)

40.  Sesso HD, Buring JE, Christen WG, et al. Vitamins E and C in the prevention of cardiovascular disease in men: the Physicians' Health Study II randomized controlled trial. JAMA. 2008;300(18):2123-2133.  (PubMed)

41.  Riccioni G, D'Orazio N, Palumbo N, et al. Relationship between plasma antioxidant concentrations and carotid intima-media thickness: the Asymptomatic Carotid Atherosclerotic Disease In Manfredonia Study. Eur J Cardiovasc Prev Rehabil. 2009;16(3):351-357.  (PubMed)

42.  Riccioni G, Bazzano LA. Antioxidant plasma concentration and supplementation in carotid intima media thickness. Expert Rev Cardiovasc Ther. 2008;6(5):723-729.  (PubMed)

43.  Azen SP, Qian D, Mack WJ, et al. Effect of supplementary antioxidant vitamin intake on carotid arterial wall intima-media thickness in a controlled clinical trial of cholesterol lowering. Circulation. 1996;94(10):2369-2372.  (PubMed)

44.  Joris PJ, Mensink RP. Effects of supplementation with the fat-soluble vitamins E and D on fasting flow-mediated vasodilation in adults: a meta-analysis of randomized controlled trials. Nutrients. 2015;7(3):1728-1743.  (PubMed)

45.  Stephens NG, Parsons A, Schofield PM, Kelly F, Cheeseman K, Mitchinson MJ. Randomised controlled trial of vitamin E in patients with coronary disease: Cambridge Heart Antioxidant Study (CHAOS). Lancet. 1996;347(9004):781-786.  (PubMed)

46.  Boaz M, Smetana S, Weinstein T, et al. Secondary prevention with antioxidants of cardiovascular disease in endstage renal disease (SPACE): randomised placebo-controlled trial. Lancet. 2000;356(9237):1213-1218.  (PubMed)

47.  Milman U, Blum S, Shapira C, et al. Vitamin E supplementation reduces cardiovascular events in a subgroup of middle-aged individuals with both type 2 diabetes mellitus and the haptoglobin 2-2 genotype: a prospective double-blinded clinical trial. Arterioscler Thromb Vasc Biol. 2008;28(2):341-347.  (PubMed)

48.  Leppala JM, Virtamo J, Fogelholm R, et al. Controlled trial of α-tocopherol and β-carotene supplements on stroke incidence and mortality in male smokers. Arterioscler Thromb Vasc Biol. 2000;20(1):230-235.  (PubMed)

49.  Lonn E, Bosch J, Yusuf S, et al. Effects of long-term vitamin E supplementation on cardiovascular events and cancer: a randomized controlled trial. JAMA. 2005;293(11):1338-1347.  (PubMed)

50.  Marchioli R, Levantesi G, Macchia A, et al. Vitamin E increases the risk of developing heart failure after myocardial infarction: Results from the GISSI-Prevenzione trial. J Cardiovasc Med (Hagerstown). 2006;7(5):347-350.  (PubMed)

51.  Dizdaroglu M. Oxidatively induced DNA damage: mechanisms, repair and disease. Cancer Lett. 2012;327(1-2):26-47.  (PubMed)

52.  Slatore CG, Littman AJ, Au DH, Satia JA, White E. Long-term use of supplemental multivitamins, vitamin C, vitamin E, and folate does not reduce the risk of lung cancer. Am J Respir Crit Care Med. 2008;177(5):524-530.  (PubMed)

53.  Heinonen OP, Albanes D, Virtamo J, et al. Prostate cancer and supplementation with α-tocopherol and β-carotene: incidence and mortality in a controlled trial. J Natl Cancer Inst. 1998;90(6):440-446.  (PubMed)

54.  Virtamo J, Taylor PR, Kontto J, et al. Effects of α-tocopherol and β-carotene supplementation on cancer incidence and mortality: 18-year postintervention follow-up of the Alpha-tocopherol, Beta-carotene Cancer Prevention Study. Int J Cancer. 2014;135(1):178-185.  (PubMed)

55.  Wang L, Sesso HD, Glynn RJ, et al. Vitamin E and C supplementation and risk of cancer in men: posttrial follow-up in the Physicians' Health Study II randomized trial. Am J Clin Nutr. 2014;100(3):915-923.  (PubMed)

56.  Lippman SM, Klein EA, Goodman PJ, et al. Effect of selenium and vitamin E on risk of prostate cancer and other cancers: the Selenium and Vitamin E Cancer Prevention Trial (SELECT). JAMA. 2009;301(1):39-51.  (PubMed)

57.  Klein EA, Thompson IM, Jr., Tangen CM, et al. Vitamin E and the risk of prostate cancer: the Selenium and Vitamin E Cancer Prevention Trial (SELECT). JAMA. 2011;306(14):1549-1556.  (PubMed)

58.  Kristal AR, Darke AK, Morris JS, et al. Baseline selenium status and effects of selenium and vitamin e supplementation on prostate cancer risk. J Natl Cancer Inst. 2014;106(3):djt456.  (PubMed)

59.  Cheng TY, Barnett MJ, Kristal AR, et al. Genetic variation in myeloperoxidase modifies the association of serum α-tocopherol with aggressive prostate cancer among current smokers. J Nutr. 2011;141(9):1731-1737.  (PubMed)

60.  Gerstenberger JP, Bauer SR, Van Blarigan EL, et al. Selenoprotein and antioxidant genes and the risk of high-grade prostate cancer and prostate cancer recurrence. Prostate. 2015;75(1):60-69.  (PubMed)

61.  Major JM, Yu K, Weinstein SJ, et al. Genetic variants reflecting higher vitamin e status in men are associated with reduced risk of prostate cancer. J Nutr. 2014;144(5):729-733.  (PubMed)

62.  Katta AV, Katkam RV, Geetha H. Lipid peroxidation and the total antioxidant status in the pathogenesis of age related and diabetic cataracts: a study on the lens and blood. J Clin Diagn Res. 2013;7(6):978-981.  (PubMed)

63.  Ferrigno L, Aldigeri R, Rosmini F, Sperduto RD, Maraini G, Italian-American Cataract Study G. Associations between plasma levels of vitamins and cataract in the Italian-American Clinical Trial of Nutritional Supplements and Age-Related Cataract (CTNS): CTNS Report #2. Ophthalmic Epidemiol. 2005;12(2):71-80.  (PubMed)

64.  Krepler K, Schmid R. α-Tocopherol in plasma, red blood cells and lenses with and without cataract. Am J Ophthalmol. 2005;139(2):266-270.  (PubMed)

65.  West AL, Oren GA, Moroi SE. Evidence for the use of nutritional supplements and herbal medicines in common eye diseases. Am J Ophthalmol. 2006;141(1):157-166.  (PubMed)

66.  Zhang Y, Jiang W, Xie Z, Wu W, Zhang D. Vitamin E and risk of age-related cataract: a meta-analysis. Public Health Nutr. 2015:1-11.  (PubMed)

67.  Zheng Selin J, Rautiainen S, Lindblad BE, Morgenstern R, Wolk A. High-dose supplements of vitamins C and E, low-dose multivitamins, and the risk of age-related cataract: a population-based prospective cohort study of men. Am J Epidemiol. 2013;177(6):548-555.  (PubMed)

68.  Teikari JM, Rautalahti M, Haukka J, et al. Incidence of cataract operations in Finnish male smokers unaffected by α-tocopherol or β-carotene supplements. J Epidemiol Community Health. 1998;52(7):468-472.  (PubMed)

69.  Age-Related Eye Disease Study Research Group. A randomized, placebo-controlled, clinical trial of high-dose supplementation with vitamins C and E and β-carotene for age-related cataract and vision loss: AREDS report no. 9. Arch Ophthalmol. 2001;119(10):1439-1452.  (PubMed)

70.  Christen WG, Glynn RJ, Gaziano JM, et al. Age-related cataract in men in the selenium and vitamin E cancer prevention trial eye endpoints study: a randomized clinical trial. JAMA Ophthalmol. 2015;133(1):17-24.  (PubMed)

71.  Gritz DC, Srinivasan M, Smith SD, et al. The Antioxidants in Prevention of Cataracts Study: effects of antioxidant supplements on cataract progression in South India. Br J Ophthalmol. 2006;90(7):847-851.  (PubMed)

72.  McNeil JJ, Robman L, Tikellis G, Sinclair MI, McCarty CA, Taylor HR. Vitamin E supplementation and cataract: randomized controlled trial. Ophthalmology. 2004;111(1):75-84.  (PubMed)

73.  Evans JR, Lawrenson JG. Antioxidant vitamin and mineral supplements for preventing age-related macular degeneration. Cochrane Database Syst Rev. 2012;6:CD000253.  (PubMed)

74.  Evans JR, Lawrenson JG. Antioxidant vitamin and mineral supplements for slowing the progression of age-related macular degeneration. Cochrane Database Syst Rev. 2012;11:CD000254.  (PubMed)

75.  Age-Related Eye Disease Study Research Group. A randomized, placebo-controlled, clinical trial of high-dose supplementation with vitamins C and E, β-carotene, and zinc for age-related macular degeneration and vision loss: AREDS report no. 8. Arch Ophthalmol. 2001;119(10):1417-1436.  (PubMed)

76.  Hobbs RP, Bernstein PS. Nutrient Supplementation for Age-related Macular Degeneration, Cataract, and Dry Eye. J Ophthalmic Vis Res. 2014;9(4):487-493.  (PubMed)

77.  Pazdro R, Burgess JR. The role of vitamin E and oxidative stress in diabetes complications. Mech Ageing Dev. 2010;131(4):276-286.  (PubMed)

78.  Kataja-Tuomola MK, Kontto JP, Mannisto S, Albanes D, Virtamo JR. Effect of α-tocopherol and β-carotene supplementation on macrovascular complications and total mortality from diabetes: results of the ATBC Study. Ann Med. 2010;42(3):178-186.  (PubMed)

79.  Xu R, Zhang S, Tao A, Chen G, Zhang M. Influence of vitamin E supplementation on glycaemic control: a meta-analysis of randomised controlled trials. PLoS One. 2014;9(4):e95008.  (PubMed)

80.  Montero D, Walther G, Stehouwer CD, Houben AJ, Beckman JA, Vinet A. Effect of antioxidant vitamin supplementation on endothelial function in type 2 diabetes mellitus: a systematic review and meta-analysis of randomized controlled trials. Obes Rev. 2014;15(2):107-116.  (PubMed)

81.  Dyson JK, Anstee QM, McPherson S. Non-alcoholic fatty liver disease: a practical approach to diagnosis and staging. Frontline Gastroenterol. 2014;5(3):211-218.  (PubMed)

82.  Musso G, Cassader M, Rosina F, Gambino R. Impact of current treatments on liver disease, glucose metabolism and cardiovascular risk in non-alcoholic fatty liver disease (NAFLD): a systematic review and meta-analysis of randomised trials. Diabetologia. 2012;55(4):885-904.  (PubMed)

83.  Chalasani NP, Sanyal AJ, Kowdley KV, et al. Pioglitazone versus vitamin E versus placebo for the treatment of non-diabetic patients with non-alcoholic steatohepatitis: PIVENS trial design. Contemp Clin Trials. 2009;30(1):88-96.  (PubMed)

84.  Sanyal AJ, Chalasani N, Kowdley KV, et al. Pioglitazone, vitamin E, or placebo for nonalcoholic steatohepatitis. N Engl J Med. 2010;362(18):1675-1685.  (PubMed)

85.  Lavine JE, Schwimmer JB, Van Natta ML, et al. Effect of vitamin E or metformin for treatment of nonalcoholic fatty liver disease in children and adolescents: the TONIC randomized controlled trial. JAMA. 2011;305(16):1659-1668.  (PubMed)

86.  Ji HF. Vitamin E therapy on aminotransferase levels in NAFLD/NASH patients. Nutrition. 2015;31(6):899.  (PubMed)

87.  D'Adamo E, Marcovecchio ML, Giannini C, et al. Improved oxidative stress and cardio-metabolic status in obese prepubertal children with liver steatosis treated with lifestyle combined with Vitamin E. Free Radic Res. 2013;47(3):146-153.  (PubMed)

88.  Zhao Y, Zhao B. Oxidative stress and the pathogenesis of Alzheimer's disease. Oxid Med Cell Longev. 2013;2013:316523.  (PubMed)

89.  Lopes da Silva S, Vellas B, Elemans S, et al. Plasma nutrient status of patients with Alzheimer's disease: Systematic review and meta-analysis. Alzheimers Dement. 2014;10(4):485-502.  (PubMed)

90.  Kontush K, Schekatolina S. Vitamin E in neurodegenerative disorders: Alzheimer's disease. Ann N Y Acad Sci. 2004;1031:249-262.  (PubMed)

91.  Sano M, Ernesto C, Thomas RG, et al. A controlled trial of selegiline, α-tocopherol, or both as treatment for Alzheimer's disease. The Alzheimer's Disease Cooperative Study. N Engl J Med. 1997;336(17):1216-1222.  (PubMed)

92.  Petersen RC, Thomas RG, Grundman M, et al. Vitamin E and donepezil for the treatment of mild cognitive impairment. N Engl J Med. 2005;352(23):2379-2388.  (PubMed)

93.  Lloret A, Badia MC, Mora NJ, Pallardo FV, Alonso MD, Vina J. Vitamin E paradox in Alzheimer's disease: it does not prevent loss of cognition and may even be detrimental. J Alzheimers Dis. 2009;17(1):143-149.  (PubMed)

94.  Dysken MW, Sano M, Asthana S, et al. Effect of vitamin E and memantine on functional decline in Alzheimer disease: the TEAM-AD VA cooperative randomized trial. JAMA. 2014;311(1):33-44.  (PubMed)

95.  Kang JH, Cook N, Manson J, Buring JE, Grodstein F. A randomized trial of vitamin E supplementation and cognitive function in women. Arch Intern Med. 2006;166(22):2462-2468.  (PubMed)

96.  Gao X, Wilde PE, Lichtenstein AH, Bermudez OI, Tucker KL. The maximal amount of dietary α-tocopherol intake in U.S. adults (NHANES 2001-2002). J Nutr. 2006;136(4):1021-1026.  (PubMed)

97.  Cheeseman KH, Holley AE, Kelly FJ, Wasil M, Hughes L, Burton G. Biokinetics in humans of RRR-α-tocopherol: the free phenol, acetate ester, and succinate ester forms of vitamin E. Free Radic Biol Med. 1995;19(5):591-598.  (PubMed)

98.  Duhem N, Danhier F, Preat V. Vitamin E-based nanomedicines for anti-cancer drug delivery. J Control Release. 2014;182:33-44.  (PubMed)

99.  Hendler SS, Rorvik DR, eds. PDR for Nutritional Supplements. 2nd edition ed: Thomson Reuters; 2008.

100.  Schurks M, Glynn RJ, Rist PM, Tzourio C, Kurth T. Effects of vitamin E on stroke subtypes: meta-analysis of randomised controlled trials. BMJ. 2010;341:c5702.  (PubMed)

101.  Brion LP, Bell EF, Raghuveer TS, Soghier L. What is the appropriate intravenous dose of vitamin E for very-low-birth-weight infants? J Perinatol. 2004;24(4):205-207.  (PubMed)

102.  Dietrich M, Jacques PF, Pencina MJ, et al. Vitamin E supplement use and the incidence of cardiovascular disease and all-cause mortality in the Framingham Heart Study: Does the underlying health status play a role? Atherosclerosis. 2009;205(2):549-553.  (PubMed)

103.  Miller ER, 3rd, Pastor-Barriuso R, Dalal D, Riemersma RA, Appel LJ, Guallar E. Meta-analysis: high-dosage vitamin E supplementation may increase all-cause mortality. Ann Intern Med. 2005;142(1):37-46.  (PubMed)

104.  Bjelakovic G, Nikolova D, Gluud C. Meta-regression analyses, meta-analyses, and trial sequential analyses of the effects of supplementation with β-carotene, vitamin A, and vitamin E singly or in different combinations on all-cause mortality: do we have evidence for lack of harm? PLoS One. 2013;8(9):e74558.  (PubMed)

105.  https://naturalmedicines.therapeuticresearch.com/. Vitamin E professional monograph. Natural Medicines; 2014 Copyright.

106.  Brown BG, Zhao XQ, Chait A, et al. Simvastatin and niacin, antioxidant vitamins, or the combination for the prevention of coronary disease. N Engl J Med. 2001;345(22):1583-1592.  (PubMed)

107.  Heart Protection Study Collaborative Group. MRC/BHF Heart Protection Study of antioxidant vitamin supplementation in 20,536 high-risk individuals: a randomised placebo-controlled trial. Lancet. 2002;360(9326):23-33.  (PubMed)